Así es La Posada de la Cuerda, el hotel ‘cutre’ de Madrid

Hoy en día, hablar de hoteles sin duda alguna se nos vienen la mente una diversidad de elementos, casi todos perfectos, con los que pasar unas merecidas vacaciones. Y es que, nadie puede poner en duda que este tipo de ámbitos, donde implica el hecho del descanso, siempre está en constantes cambios y evolución, con la firme intención de ofrecer buenos servicios. Hasta un punto, todos estamos claros de este concepto, pero en Madrid, por ejemplo, se cuenta que existió un hotel que dentro de sus características, realmente no tenía este tipo de definiciones, ya que iba directamente al sentido inverso.

Era lo peor de lo peor, en el sentido del mal gusto, y esa calidad que seguramente las personas se han de preguntar: ¿dónde habrá quedado? Pues bien, para nadie es un secreto que Madrid es una ciudad llena de luz, de colores, de espacios y encantos, pero también es fuente de historia, y esa historia tiene muchos secretos que a pesar no ser desvelados en la cotidianidad, están allí, y hay que descubrirlos.

Desde luego, cuando se trata del término “cutre”, ya tenemos una idea que nada bueno nos espera, pero también es una oportunidad única de saber qué es lo que nos rodea, ya que años atrás sucedieron cosas, que al día de doy, suelen costar creerlas, sin embargo, hay relatos de Madrid que la afirman como cierto. Te desvelamos los secretos de La Posada de la Cuerda, el hotel ‘cutre’ de Madrid.

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Un ejemplo que venía del Reino Unido

En un sentido amplio, La Posada de la Cuerda de Madrid, puedes ser relacionada directamente con un hotel que se dio a conocer en la ciudad de Londres. Lo cierto es que los huéspedes no tenían mucho para elegir, pues habían solamente tres opciones para la hora de dormir. La que más resultaba accesible para el bolsillo era pasar la noche en un banco en la calle, peligroso, por cierto.

Entre tanto, el lujo para dormir consistía en estar bajo techo en una suerte de ataúd de cartón. El punto intermedio de todo esto, estaba dormir colgado sobre una cuerda enganchada entre dos paredes por la mitad del precio. Vale decir que fue una modalidad muy utilizada por los marineros, borrachos y las personas del mal vivir, que gastaban sus últimos ingresos en dormir tirados al abandono. De esa forma, es posible hacer un paralelismo con La Posada de La Cuerda de Madrid.