La Mesa del Congreso analizará en su reunión del próximo martes la moción de censura presentada por Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Este primer trámite parlamentario sólo consiste en la comprobación de que se cumplen los requisitos formales que exige el Reglamento, como la firma de al menos 35 diputados, pero ya podría servir para calcular la fecha de su debate.
La legislación establece que la moción de censura es un instrumento que sirve para formalizar la exigencia de responsabilidades políticas al Gobierno y que tiene una serie de normas: para presentarse requiere la firma de al menos una décima parte del Congreso (35 diputados) y el nombre de un candidato a la Presidencia, y para triunfar es preciso sumar la mayoría absoluta (176 votos).
Tras admitir a trámite el escrito, la Mesa lo enviará al presidente del Gobierno y a los portavoces de los distintos grupos parlamentarios para que se den por enterados y lo estudien. Además, abrirá un plazo de dos días para dar la oportunidad de presentar mociones con candidatos alternativos, para las que se exigen los mismos requisitos y que, en su caso, se debatirán conjuntamente.
Para dar tiempo a este proceso, la votación de la moción o mociones de censura no podrá tener lugar antes de cinco días desde la presentación del primer escrito. Es decir, se calcula que a finales de la próxima semana la moción de censura ya estará lista para debatirse en el Pleno del Congreso, pero la fecha dependerá de la Presidencia del Congreso, que actualmente ocupa la socialista Meritxell Batet. Es previsible que la Cámara tenga en cuenta la agenda del Gobierno y que sondee a los principales grupos.
Así las cosas, y teniendo en cuenta que el lunes día 12 de octubre es festivo, en la Cámara ven difícil que el debate de la moción de censura de Vox se celebre en esa semana, máxime cuando ya habrá programada una sesión plenaria los días 13 y 14 con su orden del día fijado desde el próximo martes en la Junta de Portavoces.
Aunque en el Congreso las cosas pueden cambiar de un día para otro, fuentes parlamentarias ven más factible que el debate sea la semana del 20 de octubre, 21 días después de su presentación.
Sería un plazo mayor que la semana escasa que transcurrió en el caso de la moción que presentó Pedro Sánchez el 25 de mayo de 2018 y que se votó el 1 de junio. En aquella ocasión, el PP optó por precipitar la fecha convencido de que, tras aprobar los Presupuestos del Gobierno, la censura del PSOE estaba destinada al fracaso. El pronóstico falló, como es sabido.
Más tiempo se tomó el PP de Mariano Rajoy y Ana Pastor con la moción de censura de Pablo Iglesias, que se registró un 19 de mayo y se debatió el 13 de junio, casi un mes después. La iniciativa de Podemos no tenia opciones de prosperar, pues no la apoyaba ni el PSOE, y el PP no tuvo prisa en debatirla.
Tampoco la moción de censura de Santiago Abascal tiene visos de salir adelante, pues está muy lejos de recabar la mayoría absoluta (176 votos) que se requiere debido a la falta de apoyos de formaciones como el PP o Ciudadanos y el rechazo del llamado bloque de la investidura que permitió reelegir a Sánchez en enero.
En el PP, Pablo Casado considera que esta iniciativa solo va a contribuir a «reforzar» a Sánchez al frente del Ejecutivo y «aglutinar a su mayoría frankenstein de la investidura», mientras que en Ciudadanos vienen defendiendo que se trata de «una campaña de marketing puro y duro» que costará dinero a los españoles, restará credibilidad a España y no servirá para cambiar al Gobierno.
Además, Vox se tomó su tiempo para presentar la moción de censura. Santiago Abascal la anunció a finales del pasado mes de julio, aprovechando el debate en el Pleno de la Cámara sobre el Fondo de Reestructuración Europeo, y tardó casi dos meses en registrarla.
De hecho, el anuncio provocó las burlas de Sánchez, que preguntó a Abascal las razones por las que no presentaba ya en agosto su moción de censura si tanta prisa corría ‘salvar’ a España. «¿Qué pasa, que se va de vacaciones?», ironizó en el hemiciclo.
La candidatura de Abascal será presentada ante el Pleno por el diputado por Barcelona y candidato del partido a las futuras elecciones en Cataluña, Ignacio Garriga, el mismo papel que desempeñó el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, en 2018 con Sánchez, y la ‘número dos’ de Podemos, Irene Montero, con Pablo Iglesias en 2017.
Conforme a los usos parlamentarios el candidato va debatiendo con el Gobierno, que elige quien le da la réplica, y con los distintos grupos parlamentarios. Y, salvo que los turnos de palabra se reduzcan al mínimo, al día siguiente llegará la votación, que es pública y por llamamiento, con cada diputado manifestando a viva voz el sentido de su voto. Eso sí, con motivo de las restricciones que impone el coronavirus, se permitirá la votación telemática y se anunciará el voto de cada diputado que no este presente.
La primera moción de censura de la democracia tuvo lugar en 1980, cuando la presentó el PSOE de Felipe González contra Adolfo Suárez, y, la segunda, llegó siete años después, en 1987, cuando la Alianza Popular de Antonio Hernández Mancha hizo lo propio contra González. Ninguna de las dos prosperó, como tampoco lo hizo la que, 20 años más tarde, impulsó Pablo Iglesias en 2017 contra Rajoy.
En 1980, Felipe González logró el respaldo de 152 diputados (socialistas, comunistas, andalucistas y tres representantes del Grupo Mixto), frente al rechazo de 166 y la abstención de otros 21 –en la sesión se registraron 11 ausencias–. Es decir, el PSOE se quedó a 24 votos de conseguir la aprobación de la moción de censura.
Más lejos de la mayoría se quedaron las mociones de Pablo Iglesias, que recabó 82 a favor (Unidos Podemos, ERC, Compromís y EH Bildu), y de Antonio Hernández Mancha (66 votos de AP, el antecedente del PP). Vox arranca con un pronóstico de sólo 52 votos a favor, los de su grupo.
La última moción, la que permitió a Sánchez acceder a La Moncloa en junio de 2018, fue la única que prosperó al reunir 180 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos, ERC, PDeCAT, PNV, Compromís, Bildu y Nueva Canarias) frente a 169 en contra (PP, Ciudadanos, UPN y Foro Asturias) y una abstención, la de Coalición Canaria.