Aguado se disfraza de boxeador, el broche de oro al marketing político de la pandemia

El vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, visitó ayer la Escuela Boxeo, en calidad de consejero de Deportes, para apoyar a los gimnasios y defender la actividad física como un bien de primera necesidad. No olvidemos que recientemente pedía al ministro del ramo que les bajara el IVA del 21% al 10% para ayudarles a capear la crisis que ha generado el coronavirus en los centros de entrenamiento. Al igual que ocurriera con la imagen de la pala para animar a los madrileños a cooperar en la vuelta a la normalidad tras el paso de ‘Filomena’, le han llovido críticas por las imágenes que ha compartido en las redes sociales a modo de promoción de marca personal. Se cierra así el círculo y el circo del marketing político en pandemia.

AGUADO Y SU VISITA MILIMETRADA

Partimos del hecho de que la elección del centro no ha sido casual. La Escuela Boxeo está muy relacionada con Pedro García Aguado, más conocido como ‘Hermano Mayor’ por el programa de Cuatro (Mediaset). Aunque ahora García Aguado no está ligado al programa -lo dejó para acudir a la llamada del gobierno de la Comunidad, donde apenas duró unos meses-, allí recibió a Aguado precisamente su sustituto, Jero García, con quien el político de Ciudadanos posó como si estuvieran en el ring.

 “El deporte es un activo fundamental para la Comunidad de Madrid y una de las mejores herramientas en la apuesta por una sociedad más saludable”, aseguraba en la visita.

Esta acción política, con la mascarilla higiénica con el logo de la Comunidad de Madrid y utilizando un cuello alto (vuelto) como atuendo deportivo, le ha valido tanto algunos halagos como numerosas críticas. No resulta difícil imaginar al político envalentonándose o al equipo de comunicación aceptando que se pusiera los guantes y posara para la foto. Precisamente de postureo político es de lo que más críticas le han llovido.

Ni que decir tiene que le han recordado el vídeo de la pala con el abrigo y los zapatos también impolutos. Por desgracia para los ciudadanos, el caso de Aguado es el último de una larga lista de actividades de marketing político en medio de una pandemia atroz que va a dejar secuelas terribles. Pero mejor el show y el postureo político. Veamos quiénes antes de Aguado hicieron de la pandemia una herramienta para su imagen pública (para bien o para mal).

ABASCAL Y EL PIMENTÓN DE LA VERA

En pleno confinamiento, cuando las dudas de la población sobre el quehacer político arreciaban, el equipo de Abascal preparó una curiosa sesión de fotografías del líder de Vox trabajando en su despacho -imagen de la izquierda-. Las críticas no trataron de aflorar, pues como todo en comunicación política se analiza cada detalle y elemento. Así, salió a la luz el intento de utilizar el pimentón de la Vera como signo de patriotismo -¿por qué un político tiene en su despacho este alimento? Un misterio sin resolver más allá del marketing político y el postureo más evidente-.

También le recriminaron que no tenía tan siquiera un ordenador de trabajo -más allá de unos papeles sobre la mesa y un mapa de España. No tardaron en compartir una imagen mucho más acorde a lo que se espera del tercer partido en el Congreso. La de la derecha. Todo muy casual.

SÁNCHEZ QUIERE SER CHURCHILL

Pedro Sánchez ha jugado cada una de las semanas que ha durado el confinamiento y la desescalada a ser el Churchill español. Con una gestualidad, una presencia y un tono de voz demasiado engolado, no hay mejor ejemplo de lo que es el marketing político en una crisis: forzar al máximo el poder para trabajar su imagen. En su caso la de líder en plena deriva. Algo no muy distinto de lo que pretendía Aguado.

Si vemos la evolución de las comparecencias de Sánchez desde Moncloa, vemos cómo buscaba el efectismo que le daba Churchill a sus discursos, pero sin la credibilidad del inglés. Después llegó el Sánchez de homilía, loando el esfuerzo y el trabajo de su equipo de gobierno. Y todo ello obviando que su Vicepresidente segundo se saltó en repetidas ocasiones la cuarentena por el positivo de su pareja y también miembro del Ejecutivo. Todo por el poder.

CASADO, EL GRIFO Y EL ESPEJO

Pablo Casado es de los políticos que más tira de imagen para fortalecerse ante la opinión pública y que no le vea con la cara de niño que no sabe ni a qué ha venido. Le hemos visto con un cerdo, con las ovejas… pero sobre todo, quedará en los anales del postureo político de la pandemia, el día que el equipo de comunicación decidió que posara afligido en el baño del Congreso, con el grifo abierto y la mirada perdida.

Foto: El líder del PP, Pablo Casado, en una foto de su Instagram

Más allá del momento personal que estaba viviendo el líder del PP, la imagen resulta contraproducente para lo que intentaban movilizar en los espectadores -en estos días de marketing político, todos los somos-.

LO QUE UNE A PABLO IGLESIAS Y AGUADO

Dos políticos tan en las antípodas como pueden ser Aguado y Pablo Iglesias comparten momentos de postureo muy similares. El último del vicepresidente de la Comunidad de Madrid recuerda al momento del vicepresidente del Gobierno dirigiéndose a la cámara de televisión de Moncloa para pedir perdón a los niños por no saber explicarles cómo volver a las aulas.

El líder de Unidas Podemos, como ex contertulio televisivo, domina mucho mejor que el resto la puesta en escena, pero también resulta mucho más forzado.