El embajador en Kabul dice que se quedó por «instrucción del Gobierno»

El hasta hace poco embajador en Kabul, Gabriel Ferrán, ha minimizado su gesto de permanecer en Afganistán tras haber sido cesado para coordinar la operación de evacuación, asegurando que si lo hizo fue por «instrucción del Gobierno» y para cumplir con su «deber».

En sus primeras declaraciones a la prensa tras concluir el operativo de evacuación de Afganistán el pasado 27 de agosto y con motivo de su condecoración por parte del ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, Ferrán ha explicado que su permanencia en Kabul «fue la instrucción del Gobierno y por supuesto cumplí con mi deber».

«No hubo voluntarismo y sí una política del Gobierno de estar ahí», ha insistido, esgrimiendo que como funcionario que es siguió las instrucciones que se le dieron. Ferrán fue elogiado en su momento, incluida la oposición, por haber decidido permanecer en Kabul pese a que ya había sido cesado.

Durante el acto, Albares ha agradecido al embajador la tarea realizada. «No olvidaré la respuesta afirmativa el día que te llamé para pedirte que siguieras para coordinar el esfuerzo de evacuación», ha afirmado.

Ferrán ya había sido cesado de su puesto ya que el Consejo de Ministros nombró el 3 de agosto embajador en Kabul a Ricardo Losa, quien no ha podido tomar posesión de su cargo. «Estuviste hasta el último momento posible», ha subrayado el ministro.

Por otra parte, el embajador ha asegurado que no temió por su vida mientras estuvo en el aeropuerto de Kabul durante las casi dos semanas que duró la evacuación, dado que allí estaban «protegidos por excelentes profesionales» de los países de la OTAN.

INCERTIDUMBRE Y UN CIERTO RIESGO

No obstante, el diplomático ha admitido que las circunstancias eran difíciles y que había «mucha incertidumbre» y también «un cierto riesgo». Lo más complicado, ha reconocido, es que «era una situación que no podíamos prever» y sobre todo las aglomeraciones que se vivieron a las puertas del aeropuerto, donde las personas se enfrentaban a un «riesgo real y los controles de los talibán eran muy duros».

También le preocupaba el pensar si «podríamos sacar a todos los colaboradores». En este sentido, ha subrayado que gracias a la cooperación entre los distintos países y a que en la Embajada se había empezado a trabajar de antemano en la evacuación de los colaboradores, «el grueso de los que queríamos sacar se ha sacado», pero el Gobierno sigue trabajando para sacar al resto.

Por otra parte, Ferrán ha reconocido que el avance de los talibán y la toma de Kabul el 15 de agosto «nos pilló a todos por sorpresa». «Nadie tenía esa información, lo fuimos viendo día a día y semana a semana», ha subrayado.

Los militares «nos daban información y de repente, en cuestión de unas semanas, los pronósticos eran cada vez más negativos y hasta los propios especialistas de análisis se sorprendían».

TRISTEZA POR LOS QUE QUEDABAN ATRÁS

Para Ferrán, subirse al último avión que abandonó Kabul el 27 de agosto le produjo sentimientos encontrados. Por una parte, «alivio» por salir del país pero por otro «tristeza por la situación de Afganistán y por saber que había mucha gente a la que habíamos conocido, no solo colaboradores sino amigos y funcionarios» que se quedaban ahí y «por el futuro que les esperaba».

El diplomático ha admitido que sus tres años en Kabul han dejado «una huella muy especial en él» y, aunque ya no sigue el día a día de lo que ocurre en Afganistán porque ya no es embajador, confía en poder mantener el contacto con los amigos que allí hizo.