Pablo Iglesias vuelve para someter a una Yolanda Díaz que huye del color morado

La vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz no tiene dudas de que el color morado perjudica sus expectativas electorales. Tanto es así, que en la campaña de Castilla y León (amparada por el contagio del coronavirus) no ha habido ni un solo contacto entre el candidato de Podemos y la ministra de Trabajo. Díaz no quiere mezclarse con los dirigentes morados y tiene una buena razón. Ante esta clara intención de Yolanda de diferenciarse de su antecesor y de huir de las siglas moradas, el exvicepresidente del Gobierno y cofundador de Podemos, Pablo Iglesias, ha decidido trabajar mano a mano con su antigua formación para explorar una forma de someter a Díaz a las pretensiones del viejo Podemos. Por el momento, Iglesias ha adoptado un papel protagonista estos últimos días y mueve los hilos a nivel interno para dejar sin apoyo a la ministra.

Fuentes de Podemos tienen claro que a Iglesias no le gusta el rumbo que ha tomado a quien él designó como su sucesora. No le gusta porque ve que la intención de la también ministra de Trabajo es la de diferenciar su proyecto del de Iglesias y la de enterrar las siglas de Podemos lo más profundo posible para erigirse como una nueva alternativa. Para hacerlo, Díaz no solo ha relegado y apartado su apoyo a pesos pesados del partido como Irene Montero, ministra de Igualdad, o Ione Belarra, secretaria general de la formación. Para ello, Díaz ni siquiera se quiere dignar a hacer campaña por Podemos ni en Castilla y León ni en ninguna otra comunidad autónoma. La idea es sencilla: su proyecto es una Izquierda Unida reciclada a la que Podemos se sumará, y no al revés.

Iglesias, ante esta situación y tal y como detallan las fuentes, ha decidido abandonar su retiro temporal para volver a la política activa. El primer paso ha sido el de ocupar el espacio que debía llenar la vicepresidenta en Castilla y León. Nadie ha hecho campaña por Pablo Fernández, el candidato autonómico de Podemos. Y ante este vacío, Iglesias ha decidido acudir. Pero esto es solo la punta del iceberg, dado que el exvicepresidente también está urdiendo una estrategia para presionar a Díaz y que se someta a las siglas de las que tanto quiere huir.

Ahora mismo, Unidas Podemos se ha convertido en un reino de taifas en el que cada uno dice lo que quiere. Otro punto que no ha gustado a Iglesias, informan las fuentes, ha sido que Yolanda Díaz no diera la cara por el ministro de Consumo, Alberto Garzón, cuando éste defendió la ganadería extensiva frente a las macrogranjas. El silencio de Díaz fue molesto para todos los dirigentes de Podemos y de Izquierda Unida e Iglesias también tomó cartas en el asunto y dio un capote por su excompañero de Gobierno. Todos estos pequeños detalles han abonado una parte importante de Unidas Podemos que clama por una candidata que dé la cara por los suyos. Yolanda tiene todo de cara y el PSOE la teme, pero a nivel interno no está gustando que no apoye a los dirigentes de su partido. Pero claro, las fuentes avisan: «Unidas Podemos no es el partido de Yolanda».

La plataforma que se montará para las elecciones generales no tendrá el color morado y contará con caras nuevas. Yolanda Díaz no quiere viejos conocidos en su lista ni quiere presentarse a las elecciones autonómicas y municipales. No quiere riesgos ni polémicas y el propio Pablo Iglesias es consciente de ello. El problema ya no es tanto la estrategia, según detallan las fuentes, sino que Díaz quiere montar un partido completamente nuevo y fagocitar las siglas de Podemos sin dar galones a sus viejos espadas. Esta tendencia ha sido inesperada por Iglesias y el dirigente ya se ha puesto manos a la obra para dar la suficiente fuerza a Podemos como para que someta a Díaz a su criterio, y no al revés. De hecho, hay algunas voces que hablan de la vuelta de Iglesias a la política, pero las fuentes consultadas por MONCLOA.com lo desmienten.

GARZÓN, FUERA

Fuentes del Gobierno lo aclaran: no es que estén en contra de los mensajes de Alberto Garzón. Pero sí que consideran que no solo es un ministro poco valorado, sino que no tiene el don de la oportunidad. La vicepresidenta social del Gobierno, Yolanda Díaz, lleva meses deslizando a su entorno que no quiere contar con el ministro de Consumo para que sea una de las caras visibles de su plataforma. La también ministra de Trabajo se está esforzando mucho en «evitar polémicas» innecesarias mientras que Garzón se dedica a lanzar mensajes inoportunos en momentos clave como la campaña electoral de Castilla y León. Todo esto, unido a la nueva polémica por las macrogranjas ha llevado al entorno de Díaz a reforzar el mensaje que llevan tiempo filtrando a los medios de comunicación: Alberto Garzón estará fuera del dream team que Díaz está formando en la sombra. La crisis de Gobierno actual que ha abierto el ministro de Consumo le costará caro.

El PSOE está inmerso en una batalla mediática por quitarle la razón a Garzón. El último en desmentir las palabras del ministro de Consumo en las que aseguraba en una entrevista que la carne exportada de España no solo es de mala calidad, sino que viene de animales maltratados, ha sido el ministro de Agricultura, Luis Planas. «Soy el ministro de Alimentación y si alguien habla de alimentación lo normal es que me llame», ha asegurado este martes para criticar al ministro de Consumo, quien a su vez ha arrancado otra campaña para obligar al Gobierno a posicionarse en contra de las macrogranjas en un momento muy delicado a nivel electoral. Y mientras todo esto transcurre, Díaz sigue con el diario de notas buscando las caras con las que formar su nueva plataforma. Un diario en el que Garzón tiene varios «negativos» por su incapacidad para engrasar una coalición que debería repetirse si tanto Díaz como Pedro Sánchez quieren tener opciones reales de gobernar.