En los últimos 20 años, los decesos a causa de enfermedades cardiovasculares, como el infarto o el accidente cerebro vascular, han aumentado en más de 2 millones de personas y las cardiopatías se constituyen como la principal causa de muerte en todo el mundo, según la información publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una de las principales desventajas de los ataques al corazón es que no pueden ser previsibles, estos pueden ocurrir de manera súbita y sin presentar mayores síntomas. Sin embargo, sí es posible establecer medidas que permitan salvar vidas en caso de sufrir un accidente de esta índole. Con el objetivo de ayudar a evitar complicaciones médicas en caso de ocurrir algún accidente cardíaco, Radicansa incluye entre sus productos la venta de desfibriladores externos semiautomáticos (DESA), con sus cabinas con alarma para poder instalarlas a la vista del público. De esta forma, la compañía que los instala recibe una imagen de empresa implicada en la salud de sus trabajadores y clientes. Los desfibriladores DESA son dispositivos de fácil manejo que pueden ser utilizados por personal no sanitario y que permiten tratar un paro cardiorespiratorio.
Disponer de un desfibrilador puede salvar vidas
Cuando ocurre un infarto, los cinco minutos siguientes son los más cruciales y tener al alcance de la mano un desfibrilador puede aumentar las probabilidades de supervivencia del paciente entre un 6 % a un 74 %, ya que es el único tratamiento, en combinación con la reanimación cardiopulmonar, que funciona en estos casos.
El desfibrilador restaura el ritmo cardíaco y puede salvar vidas, en caso de un paro cardiorrespiratorio o muerte súbita. Con este equipo, se consigue hasta un 90 % de recuperación, sin dejar secuelas. Son componentes portátiles que pesan entre 1 y 2,5 kilos, de fácil manejo para cualquier persona que lo utilice y pueden disponerse tanto en hospitales o centros sanitarios como en centros comerciales, espacios públicos y empresas.
La importancia de contar con espacios cardioprotegidos
Teniendo en cuenta que no existe forma de saber el momento en que puede ocurrir un infarto, contar con estos equipos en lugares donde se reúnen gran número de personas y convertirlos en espacios cardioprotegidos se vuelve algo esencial. Asimismo, un desfibrilador permite diagnosticar si ciertamente una persona está sufriendo un problema con su sistema cardíaco o pulmonar y registrar los eventos.
En algunos países, ya han tomado medidas como estas y procuran la colocación de desfibriladores en espacios públicos como plazas, parques o centros comerciales. Esta puede ser la diferencia entre salvar vidas o permitir que, por falta de prevención, ocurran mayores consecuencias en la salud de la población.