Sánchez y su ‘realpolitik’: así cree el Gobierno que el giro con el Sáhara «reactivará» el Midcat

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha adoptado de forma inesperada un papel protagonista gracias a la guerra de Ucrania. Y lo está aprovechando. La necesidad de Europa de rebajar la dependencia energética que tienen del gas ruso ha dado España un papel geopolítico clave que incluso ha acercado a Sánchez a Estados Unidos. La alternativa para Europa es comprar gas de Argelia. Y dado que ya existe un gasoducto construido que va desde el país africano hasta Gerona, España se ha convertido en la puerta de entrada de la alternativa energética, a falta de resucitar el gasoducto Midcat que una definitivamente la red española con Francia; y de ahí, al resto de Europa.

Sánchez, todo su equipo de la Moncloa y el Ministerio de Exteriores han trabajado duro a nivel diplomático (durante 15 meses) y desde que estalló el conflicto en el corazón de Europa han acelerado los contactos con Argelia y con Marruecos para asegurar la provisión de gas de lo que será «un gran negocio» para España. La visita a Madrid del pasado 7 de marzo de la vicesecretaria de Estado de EE UU, Wendy Sherman, también estaba relacionada con el abastecimiento de gas, pese a que vendieron otra cosa. Se ocultó el motivo real del viaje con la idea de que se tratarían asuntos relacionados con la ciberseguridad y con el conflicto de Ucrania, pero el tour llevaría a Sherman a España, Marruecos, Argelia y Egipto, por ese orden, para tratar el posible abastecimiento de gas a toda Europa. Y desde Moncloa y Exteriores eran plenamente conscientes de ello.

EE UU advirtió a España de que, independientemente del «teatrillo» de Argelia, no pondrían en riesgo el abastecimiento de gas a España

Que España haya cambiado de criterio respecto al Sáhara Occidental 46 años después y enmarcado en la guerra de Ucrania no ha sido casualidad. Sánchez, tal y como detallan fuentes del Ejecutivo, aceleró esta declaración tras la visita de Sherman porque ésta le aseguró al ministro de Exteriores, José Manuel Albares, y a su secretaria de Estado, Ángeles Moreno, que el gas argelino estaba «garantizado». EE UU también advirtió a Sánchez de que, independientemente del «teatrillo» que protagonizara Argelia retirando y colocando embajadores en Madrid, no pondrían en riesgo el abastecimiento de gas a España porque hay mucho dinero de por medio (por no hablar de que es una de las grandes fuentes de ingresos de este país). El teatro diplomático era esperable y desde el Gobierno sabían que se produciría. Pero para que la ecuación se resolviera era fundamental que Marruecos estuviera de acuerdo y no pusiera problemas a un gasoducto que pasa por su territorio.

Midcat

El souffle diplomático está como se esperaba, con Marruecos pasando por el aro tras el reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental y con Argelia reaccionando con la pataleta pertinente, tachada por «teatro» por más de un miembro del Gobierno. Cuando baje, se hablarán de negocios y sobretodo de cómo reactivar ese gasoducto que rebajaría considerablemente la dependencia de Europa del gas ruso. El gran competidor de Argelia en provisión de gas es precisamente Rusia. Y ahora tienen una oportunidad dorada para hacerse con un cliente con muchos fondos. Solo habría que reabrir el gasoducto, cerrado por decisión de Argel, y normalizar las relaciones entre Argelia y Marruecos, ahora rotas.

los países europeos prevén una falta de demanda de gas importante a largo plazo a raíz de la transición energética

Lo que dicen las fuentes es que Argelia, Marruecos y España han negociado a tres bandas (y con EE UU como mediador) sobre esta cuestión y lo han resuelto de esta forma. Argelia disparará considerablemente sus ingresos con una demanda de gas como nunca antes habían tenido, Marruecos ha conseguido el reconocimiento diplomático de su solución para el Sáhara Occidental y España se convertirá en la puerta de entrada del gas a Europa. Y cobrará peaje, claro.

En todo este juego geoestratégico, en el que se ha metido Estados Unidos de la mano de Wendy Sherman, ha adoptado un papel protagonista el presidente del Gobierno. Su doble ambición de recobrar peso en Europa y normalizar relaciones con EE UU se ha visto satisfecha gracias a un conflicto que poco tiene que ver con España. La dificultad añadida para Francia de no poder negociar directamente con Argelia por las malas relaciones diplomáticas que mantienen también se ha alineado con el presidente del Gobierno. Y Sánchez no ha tardado ni un mes en dar la declaración institucional después de que estallara el conflicto de Rusia con Ucrania.

ITALIA, EN EL AJO

Solo quedaría por cerrar la conexión del gasoducto Midcat con Francia, un proyecto del que siempre se ha hablado y que nunca se ha finalizado. Algunos auguran que construirlo costaría dos años de trabajo, además de la pertinente inversión, por lo que no hablamos de una solución inmediata. De ahí las prisas del presidente Sánchez. Sin embargo, Italia y España también han mantenido conversaciones paralelas para buscar alternativas viables para abastecer de gas a toda Europa. Mientras Francia se decide, Italia busca dividir el Midcat y lanzar desde Barcelona a Génova una línea del gasoducto que abasteciera de gas otras regiones de Italia y países colindantes con este territorio clave.

Todo pasa, sin embargo, por reactivar el gasoducto que nace en Argelia y pasa por Maruecos, cerrado por orden de Argel. Sea como sea, Italia y España buscan tener un papel protagonista por su posición geoestratégica. Si el gas no entra por el norte, lo hará por el sur. Y ahí es donde estos dos países y sus primeros ministros han adoptado un papel protagonista. La idea final sería que el Midcat abasteciera tanto a Francia (y de ahí al resto de países del oeste europeo) como a Italia con una bifurcación. El único problema que se ve con esta solución es que los países europeos prevén una falta de demanda de gas importante a largo plazo a raíz de la transición energética, el gran escollo para el Midcat.

ARGELIA Y SU TEATRO

Desde el Gobierno entienden que está reacción de Argelia es un teatro que todos se esperaban. La confianza que transmitió Sherman a principios de mes al Ministerio de Exteriores motivó la decisión del Gobierno de ceder ante las pretensiones de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Los movimientos diplomáticos y las «amenazas» de Argelia a España son teatro. Esta afirmación corre como la pólvora por el Gobierno porque saben que por mucho que critiquen la posición de España, Argel afronta el negocio del siglo pudiendo abastecer de gas a toda Europa. «No cortarán el gas», advirtió Sherman. Y así lo cree el Ejecutivo a pies juntillas.

Como datos para cerrar la información, el 60% de los ingresos de Argelia como Estado provienen del gas y el petróleo. A su vez, estas mismas materias primas representan el 98% de sus exportaciones, según datos oficiales. Es el 14º país del mundo en reservas de petróleo y el 8º en reservas de gas.

El problema, sin embargo, era Marruecos. La relación entre este país y España estaba muy deteriorada a cuenta de los encuentros de Sánchez y de la entonces ministra de Exteriores de España, Arancha González Laya, con el líder militar del Frente Polisario Brahim Ghali. Solo se podían reencauzar las relaciones diplomáticas dando un golpe encima de la mesa. Y Sánchez li ha hecho gastando una bala de plata: el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Con Marruecos del lado de España y Argelia afrontando el negocio del siglo, solo queda que Europa deje a un lado sus principios ecologistas y retome la construcción del Midcat.