Solo la mitad de los pacientes con depresión son diagnosticados en la consulta de Atención Primaria (AP) por la complejidad del proceso depresivo, sumada a la falta de tiempo; según se recoge en el ‘Manual de manejo de la depresión en el ámbito de la crisis sanitaria’, promovido por Servier España.
El objetivo de este documento es ofrecer a los profesionales sanitarios una guía para mejorar el manejo de la depresión en este entorno de crisis consecuencia de la pandemia.
Según explica el doctor José Ángel Alcalá, psiquiatra en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y uno de los nueve coordinadores del manual, entre los retos principales de la AP está precisamente aumentar la detección de casos de depresión, ya que «en numerosas ocasiones, el médico de familia conoce la historia biográfica personal y el contexto social y familiar del paciente».
Sin embargo, los médicos de familia se enfrentan al problema de que tienen una media de siete minutos para atender a cada paciente. Esto puede limitar las opciones de exploración de las emociones desde el punto de vista clínico, ya que el diagnóstico de la depresión depende de la información que los pacientes ofrecen a los médicos durante la consulta.
En este sentido, el doctor José Manuel Montes, jefe de Sección Psiquiatría Hospital Universitario Ramón y Cajal, profesor asociado Universidad de Alcalá y otro de los coordinadores del manual que acaba de publicar Servier España, señala lo imprescindible de una buena relación médico-paciente. «La depresión tiene muchos síntomas que, a veces, son incomprensibles hasta para el propio paciente. Sin ese vínculo de confianza, no los transmitirá ni en siete minutos ni en siete horas».
CAMBIO DE PARADIGMA
Una de las trabas que empañan la comunicación en la consulta es la idea de que todavía persiste de un modelo de atención ambulatoria en la que el médico impone su criterio al paciente. En cambio, según asegura el doctor Montes, «se ha producido un cambio de paradigma y, ahora, eso ha desaparecido por completo».
«En la actualidad, domina una relación de igualdad en la que el médico es un experto, pero el paciente también es un especialista de su propia enfermedad, en el sentido de que es quien la padece», sostiene. Además, ese vínculo va a repercutir en la adherencia al tratamiento. «Si el paciente no confía en quien le prescribe, en el mejor de los casos empezará a tomar su medicación, pero enseguida perderá fuerza y la abandonará», advierte el doctor Montes.
LA IMPORTANCIA DE LA ATENCIÓN PRIMARIA PARA LA SALUD MENTAL
Al tratarse de la puerta de entrada al sistema sanitario, la AP ocupa una posición estratégica a la hora de identificar a los pacientes que necesiten atención especializada en Salud Mental. Tanto es así, que aproximadamente el 80 por ciento de los pacientes psiquiátricos, con depresión u otros trastornos mentales, proceden de AP.
De ahí que el doctor Alcalá considere que es «fundamental recordar la importancia de la coordinación de la trayectoria de los pacientes dentro del sistema sanitario», así como «una adecuada garantía en la atención recibida».
Sin embargo, la sobrecarga de trabajo del primer nivel asistencial y las largas esperas entre la derivación de los pacientes y la consulta especializada ponen en entredicho la calidad de la atención que reciben los pacientes con depresión.
Es por ello que el doctor Alcalá considera «de gran importancia» mejorar la fluidez en la interrelación entre AP y Salud Mental, además de potenciar la presencia de la psicología en los centros de salud.
LAS CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA EN LA SALUD MENTAL
La atención en consulta ambulatoria tiene carácter biopsicosocial. El difícil acceso a la atención médica, sumado a la implantación de los modelos de telemedicina, han complicado la relación médico-paciente.
Esto ha supuesto que aquellos pacientes que estaban sanos antes de la pandemia y que han desarrollado alguna enfermedad en los dos últimos años han podido experimentar brechas de comunicación con los profesionales sanitarios. Esta distancia «ha impedido detectar y realizar el seguimiento de muchas enfermedades físicas, y también de las mentales». «Ha sido una auténtica catástrofe, y estamos viendo las consecuencias», lamenta el doctor Montes.
En este sentido, las «huellas» de la pandemia se han objetivado, principalmente, en los problemas de salud mental infanto-juvenil. «Desde 2017, los trastornos mentales entre menores de 4 a 14 años venían aumentando de forma considerable, pero lo han hecho de forma especial en los dos últimos años», indica el doctor Alcalá, quien manifiesta la importancia de la «prevención e identificación temprana de síntomas en esta población».
En palabras de este experto, la crisis sanitaria también «ha hecho patente la existencia de la desigualdad de género, ya que las mujeres han sufrido numerosas situaciones de vulnerabilidad para padecer problemas de salud mental durante la pandemia»; y «se han dado numerosos factores de riesgo para el empeoramiento del estado de ánimo en la población mayor debido al cambio de hábitos, el aislamiento o la interrupción del ritmo habitual de las consultas médicas».
«Realmente, todavía no se ha cerrado el ciclo de la pandemia de forma total, pues todavía acabamos de salir de la sexta ola. Por ejemplo, estamos viendo que se ha triplicado el número de pacientes con trastornos mentales que acuden a los servicios de Urgencias. Por lo tanto, es muy probable que el número de pacientes con depresión u otro trastorno mental continúe aumentando», alerta doctor Montes a este respecto.
En cuanto al riesgo de suicidio, Alcalá señala que el médico de AP debe estar «atento» a factores sociodemográficos y psicosociales, así como factores clínicos favorables o desfavorables. Por ejemplo, puede existir mayor riesgo de suicidio consumado en caso de varón mayor de 45 años, divorciado o viudo, desempleado y con trastornos mentales asociados, como la depresión, la esquizofrenia o el alcoholismo.
ESTRATEGIAS PARA LA DETECCIÓN DE LA DEPRESIÓN
Por todos estos motivos, el ‘Manual de manejo de la depresión en el ámbito de la crisis sanitaria’ ofrece la posibilidad, a psiquiatras y médicos de AP, «de contar con material docente en relación con la depresión y su tratamiento, y de cómo afrontar las consecuencias de la crisis sanitaria de la mejor manera posible, favoreciendo la comunicación con el paciente a pesar de las dificultades, mediante la telemedicina», explica el doctor Montes.
Por su parte, el doctor Alcalá apunta que esta guía puede servir de ayuda al médico de familia para «mejorar la detección precoz de los síntomas depresivos y adquirir habilidades de entrevista para la valoración del paciente con depresión», además de «mejorar el conocimiento de los criterios diagnósticos y del tratamiento farmacológico de la depresión».
Otros aspectos que trata el manual son la valoración del riesgo de suicidio, la depresión en pacientes con trastorno por uso de sustancias, el conocimiento de los problemas de salud mental del propio profesional sanitario y los métodos de empoderamiento del paciente.