Una de las obsesiones de nuestro tiempo es la lucha contra el azĂșcar, aunque por otro lado no podemos evitar ser adictos a Ă©l. AsĂ, estamos en continua contradicciĂłn y crisis, tira y afloja, echando mano de edulcorantes para no sentirnos tan mal. Pero es una obsesiĂłn que, a la luz de la ciencia es cada vez mĂĄs justificable. Y es que parece uno de los grandes enemigos de la salud, fuente de muchos males. Eso lo sabe tambiĂ©n el marketing, que inunda todo con productos bajos en azĂșcar y con mĂșltiples opciones de edulcorantes sustitutivos. Veamos por quĂ© no son tampoco la soluciĂłn.
4CUESTIĂN DE PROCESADO
Como pasa en muchos casos con la alimentaciĂłn, los productos no son dañinos por si mismos, sino por el procesado o ultraprocesado que conllevan. Es el caso de los edulcorantes, de un origen mucho mĂĄs artificial que el azĂșcar. Por tanto, puede ser mĂĄs nocivo ese proceso que los componentes y propiedades iniciales en si. Lo mismo ocurre con derivados como los postres lĂĄcteos, los yogures edulcorados, dulces, refrescos…