Carmen Calvo, «bonita» y otras orgullosas creatividades verbales

Carmen Calvo, vicepresidenta en funciones del Gobierno de Pedro Sánchez, acostumbra últimamente a ser el epicentro de las polémicas verbales del PSOE. Calvo, que disminuyó significativamente sus comparecencias públicas en campaña electoral, cataliza la mayoría de salidas de tono procedentes de las filas socialistas.

El pasado martes, durante el acto de celebración del 140 aniversario del PSOE, la número dos de los socialistas tuvo un lapsus linguae al pronunciar la palabra ‘genealogía’. En lugar de la palabra que aglutina el concepto definido como «Conjunto de los antepasados de una persona o un animal», utilizó otro que bien podría referirse al estudio del genio (en su vasto abanico de acepciones): ‘geniología‘.

La cuña la introdujo hablando de lo que más a tenor lleva, el feminismo. De él declaró: «(…) es de todas, no, bonita… No, bonita. Nos lo hemos currado en la geniología del pensamiento progresista, del pensamiento socialista».

‘DIXIT’, EL NUEVO TELETUBBIE

Con todo, no es la primera vez que la vicepresidenta Calvo comete uno de estos resbalones lingüísticos. En 2005, cuando ocupaba la cartera de Cultura, confundió en una comparecencia parlamentaria, la expresión latina ‘dixit‘ (‘dijo’ en latín) con uno de los personajes infantiles más aclamados en la historia de la televisión: Dipsy, el Tetubbie color verde.

Eso le pareció escuchar luego de unas declaraciones de Juan Van-Halen, senador del PP, quien le reprochó que la cifra de espectadores al cine estaba descendiendo: «En 2001, año negro también, Calvo dixit, las cifras fueron de asombro –el mejor año, con mucha diferencia, del cine español (…)». La refutación de la entonces ministra de José Luis Rodríguez Zapatero fue la siguiente: «Señoría, usted para mí nunca será Van-Halen ‘Dixi’ ni ‘Pixi'».

La creatividad verbal de Calvo no conoce límites. Hace unos meses negó que el presidente del Gobierno hubiera hecho unas manifestaciones sobre Cataluña. Ante la estupefacción de los periodistas presentes, ella rubricó que lo había dicho «Pedro Sánchez». «A mí se me ha preguntado por el presidente del Gobierno», dijo ante las risas nerviosas de la concurrencia. Calvo quería decir que cuando Sánchez habló de delito de rebelión en Cataluña, aun no era presidente del Gobierno.

EL FRAILE Y ¿LA ‘FRAILA’?

Entre la clase política encontramos que muchos acostumbran a buscar la aceptación lingüística de palabras que sólo permiten un género.

Irene Montero, por ejemplo, le buscó las cosquillas a la palabra ‘portavoz’. Pensándose que podía dilapidar fácilmente la reputación de la RAE (de la que dijo que no era «el mejor ejemplo de lucha por la igualdad»), en una de las conferencias habituales de los viernes en La Moncloa, defendió que debía normalizarse ‘portavoza‘ en pro de construir un lenguaje inclusivo en una sociedad machista.

Hizo lo propio Bibiana Aído, exministra socialista en la última legislatura de Zapatero, al pronunciar «miembra» como alternativa al epiceno ‘miembro’. Lo hizo premeditadamente, esbozando una media sonrisa que evidenciaba sus intenciones: «Estoy convencida de que el compromiso con la igualdad de los miembros y miembras de esta comisión será muy relevante a la hora de conseguir los objetivos que la sociedad española nos está reclamando».

Más tarde, en una entrevista para Los Desayunos de TVE, la exministra alegó un mal uso de la palabra causado por una visita reciente a una cumbre latinoamericana «donde se utilizaba una terminología similar«. Al mismo tiempo afirmó convencida de que no descartaba la futura inclusión del término. Lo único cierto es que, casi diez años después, el lapsus de Aído quedó en el anecdotario político de España.

En lo que respecta al cambio de género de aquellas palabras que no lo permiten, Carmen Calvo tampoco pretende quedarse atrás. Una de las diferencias con sus colegas de profesión, es que ella sí empleó el término pensándose que lo hacía correctamente: entre sus intenciones no se atisbaba ninguna proclama feminista ni reivindicativa, como sí pretendieron Montero y Aído.

Fraila‘ fue el vocablo que profirió como opción B al homónimo ‘fraile’. Se valió de la triquiñuela con afán de hacer una analogía de su trayectoria política:
«Yo he sido cocinera antes que fraila«. Según las fuentes consultadas, Calvo quería evidenciar que su carrera política hasta ser ministra en el Congreso no había sido un camino de rosas; más bien al contrario, pues antes tuvo que pasar por la Junta de Andalucía como Consejera de Cultura.

Fueron sus compañeros de partido los que salieron en defensa del yerro, alegando que se trataba de un mera chanza en un contexto distendido. Lo cierto es que, si el que calla otorga, fue una confusión que nunca tuvo aclaración por su parte.

PATINAZOS NO TAN LINGÜÍSTICOS

Reducir los resbalones públicos de Carmen Calvo a las erratas lingüísticas implicaría olvidar otras traiciones del subconsciente.

En la primera legislatura de Rodríguez Zapatero, la diputada del PSOE consideró que el dinero público no entendía de dueños: «Estamos manejando dinero público, y el dinero público no es de nadie «. Una declaración colindante con una de las peores crisis económicas de la historia del país, la de 2008.

Ya en la pasada legislatura la ministra consideró que Pedro Sánchez estaba haciendo un empleo óptimo del avión privado oficial del Estado, en referencia a la vez que lo utilizó para trasladarse hasta Benicassim con motivo del concierto de ‘The Killers’. Concretamente, concluyó que la visita de ocio de Sánchez a la Comunidad Valenciana se enmarcaba dentro de la «agenda cultural» del presidente.