El ‘patatazo francés’ del marido de Silvia Clemente: de Mercadona a Viena

  • Javier Meléndez se ha convertido en uno de los empresarios del momento gracias a la venta de patatas.
  • El marido de Silvia Clemente vive, sin embargo, momentos duros ante los problemas judiciales.
  • La Junta de Castilla y León le acaba de dejar sin una importante ayuda económica.
  • El clan Meléndez se ha colocado en el centro de la diana política por la caótica situación del PP y Ciudadanos en Castilla y León. El tatarabuelo del pujante empresario Javier Meléndez, marido de la controvertida Silvia Clemente, puso en pie una adusta casa en la pequeña de localidad de Pedrosa del Rey en los años veinte del siglo pasado.

    Medio siglo después su nieto, Rafael, reconvertía las fincas familiares de secano en regadío y se especializaba en la patata, tubérculo dorado con el que puso en pie en 1992 Agrinnova y en 1999 Patatas Meléndez, que creció gracias a la marca premium ‘El Abuelo’ que comercializó El Corte Inglés.

    El éxito aguardaba a los Meléndez, pero el camino del triunfo se bifurcó por la guerra entre los dos hermanos: Javier, hoy adinerado empresario y marido de Clemente, y José Manuel, que ve con frustración como su empresa pierde peso mientras la de su hermano bate récords.

    Silvia Clemente era una prometedora funcionaria cuando fue señalada con el dedo magnánimo de Juan Vicente Herrera, heredero político de José María Aznar y Juan José Lucas en una de las comunidades más afectadas por el invierno demográfico. 

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    Su gran valedor era Javier Merino, número dos de Lucas durante nueve años y posteriormente condenado por la Gürtel (trama en la que Clemente aparece mencionada en un informe judicial).

    Clemente se encargaría desde 2001 de la Consejería de Medio Ambiente y posteriormente de Cultura y Turismo, hasta que en 2007 se acercaba al trono al ser elegida como consejera de Agricultura, cartera estrella en Castilla y León.

    Su medida más conocida fue poner en pie ‘Tierra de sabor’, de cuyas políticas se beneficiaron Patatas Meléndez, empresa familiar en la que su marido era la promesa pese a cobrar ‘solo’ 3.000 euros netos mensuales, en palabras de su propia madre.

    Silvia Clemente
    José Manuel Villegas presentó a Silvia Clemente. Foto: Captura de Público TV.

    En 2010 Meléndez reforma la vieja vivienda centenaria de su tatarabuelo. Más de un millón de euros desembolsaba el empresario: ella con un sueldo anual que rondaba los 70.000 euros brutos y él la mitad.

    eldiario.es explicó que la casa de apariencia rural que tasó un arquitecto fichado posteriormente como jefe de Gabinete de Silvia Clemente, albergaba dentro «una piscina climatizada de agua salada, una sauna finlandesa, un jacuzzi, una terraza ‘chill out’ con barra de bar, un cenador con una enorme mesa con plataforma giratoria a medida, varias esculturas de bronce o una fuente ornamental, entre otras caras excentricidades«.

    EXCENTRICIDADES DEL MARIDO DE CLEMENTE

    Y las excentricidades podían crecer: en 2017 Javier rompe con su hermano José Manuel y se queda Patatas Meléndez, que según el Registro Mercantil facturó aquel año 55.448.302,02 euros. Es decir, diez millones más que dos años atrás.

    Seis millones de beneficios, un activo superior a 26 millones de euros y 109 empleados (solo el 26,6% son fijos), coronaban una joya que se disparó de facturación gracias a convertirse en proveedor de Mercadona.

    ¿Su hermano? Se quedó la ‘vieja’ Agroinnova, que facturó 40 veces menos que su ahora rival: 1.466.363,74 en 2017, drama si tenemos en cuenta las ventas anteriores: 4,6 millones en 2015 y 3,3 en 2016. La madre, que se olía un mal reparto, había denunciado que su hijo Javier había pagado la reforma de la casa familiar con ‘dinero negro’ y él tuvo que renunciar a su mansión tras conseguir la empresa estrella.

    Javier hacía oídos sordos a las críticas y al reportaje de cinco páginas que le había dedicado Interviú a su mujer y recibía 2018 junto a Silvia Clemente en la Sala Dorada de la Musikverein de Viena, guiño de ‘nuevo rico’ por el que desembolsó alrededor de 850 euros por entrada.

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    Fue en aquel momento en el que la mala suerte empezó a perseguir al prometedor empresario, capitán de un barco incluido en las ‘1.000 Empresas para Inspirar Europa’ que diseñó la Bolsa de Londres, y a la segunda autoridad de Castilla y León, doña Silvia.

    La señal de la UER que le sirven a TVE, que consiguió su mejor dato de audiencia en quince años con el Concierto de Año Nuevo (2.311.000 espectadores y 29.9% de cuota), captó a Meléndez junto a Clemente aplaudiendo a rabiar la Marcha Radetzky. El Norte de Castilla captó el ‘frame’ y lo colgó en su web… hasta que desapareció unos minutos después.

    Pero la mecha estaba prendida y si 2018 empezó mal, 2018 acabó peor: en noviembre Juan Vicente Herrera designaba como sucesor a Alfonso Fernández Mañueco y Silvia Clemente, «¿de dónde saca ‘pa tanto’ como destaca?», no quiso abrir grieta interna en un partido, el PP, alérgico a los procesos internos.

    Este 2019 también comenzó con pesimismo: Mañueco la sacaba de las listas y ella le acusaba por carta de falta de liderazgo, minutos antes de fichar por Ciudadanos, ser apadrinada por Villegas y ganar con trampas unas primarias a Francisco Igea, finalmente el candidato que ahora tiene que torear con educación el ofrecimiento que le acaba de hacer su rival tras el ‘pucherazo’.

    En Ciudadanos no saben dónde mirar y tan solo Pablo Yáñez, secretario de Comunicación autonómico, se ha visto forzado a dimitir tras ficharla en un restaurante, con fotografía de eldiario.es como prueba.

    La hasta hace tres semanas ‘apparatchick’ del PP quiere un puesto en el partido de Albert Rivera, que no cambiará el sistema telemático de voto tras cambiar de caballo. ¿Y los 81 votos? «Fallo humano», según la formación naranja, y error fatal para las previsiones electorales del partido.

    MERCADONA TRAS EL CORTE INGLÉS

    Patatas Meléndez provee a Mercadona patatas españolas y francesas, y se ha convertido en uno de las empresas de moda tras disparar su facturación y convertirse en la primera productora y distribuidora del tubérculo desde su sede de Medina del Campo.

    Javier recibió la Medalla Europa al Mérito en el Trabajo concedida por la Asociación Europea de Economía y Competitividad con la misma mano que recibió los millones de subvenciones de la Junta de Castilla y León mientras su mujer era consejera, que tampoco sabe dónde están los expedientes evaporados.

    El empresario agroalimentario explicaba el año pasado los cambios que había vivido la empresa tras la ruptura familiar: «La preocupación por la calidad ha sido una constante siempre, pero desde mi punto de vista no lo estábamos haciendo bien porque focalizábamos en la calidad gourmet, lo que significa pocas cantidades y, por tanto, un alcance pequeño. El reto era dar calidad a gran escala».

    Silvia Clemente
    Imagen de Patatas Meléndez en Mercadona. Foto: Moncloa.com

    Y para dar a gran escala, había comprar patata francesa para proveer a Mercadona y alcanzar la producción de 250.000 toneladas para 2021. Afirmaba que han «pasado de ser patateros a convertirnos en lo que hoy somos a nivel industrial». También saben lo que son él y su principal cliente los jóvenes agricultores agrupados en ASAJA Castilla y León.

    Esta asociación ha denunciado en múltiples ocasiones que Mercadona anuncia «Patata nacional» cuando es francesa: «De nuevo la distribución juega a colar como española patata importada que aquí solo se envasa, siguiendo la táctica fraudulenta que también se aplica en el caso del cordero, importado y luego sacrificado aquí».

    Mal año para Javier Meléndez, que ha visto como el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León rechazaba un recurso tras la supresión de una ayuda de 589.000 euros concedida por la Junta en la etapa en la que era consejera Silvia Clemente tras advertir «indicios de manipulación».

    Este rocambolesco culebrón deja con el prestigio por los suelos a Javier Meléndez y a Silvia Clemente, evidencia que la política interna de Ciudadanos deja mucho que desear y también coloca en mal lugar al PP, que ahora ríe y antes callaba.