EEUU vs China: la nueva guerra fría por la hegemonía del planeta

El mundo sigue pendiente y sufriendo las consecuencias del coronavirus. El tema EEUU y China ha quedado en segundo plano por ahora pero incluso con la pandemia sigue patente la más que rivalidad entre ambas superpotencias. Donald Trump, en los primeros estadios de la crisis sanitaria en su país, no dudó en acusar a China de ser el creador del virus y propagarlo por el planeta. Al margen de teorías de la conspiración, lo cierto es que EEUU está siendo uno de los países más azotados actualmente por el coronavirus mientras que China ha vuelto a su velocidad de crucero económica y productiva, si bien sufriendo algún leve rebrote pero sin que el total de contagiados en todo el país llegue a 350.

Para cuándo superará China a EEUU

Pero la pandemia afortunadamente pasará y habrá vacuna. Lo que seguirá y seguramente se intensificará será la lucha de ambos gigantes por la hegemonía mundial. Tras la caída de muro y la desmembración de la Unión Soviética, EEUU quedó como única superpotencia, pero parece que le durará poco. Precisamente desde esos años 80 China ha ido acumulando año tras año crecimientos brutales hasta situarse ya cerca del país norteamericano. Su camino es tan imparable que ya hay fecha para que China sea la primera potencia económica mundial: no más tarde de 2030. Según algunos analistas será antes; según otros, después. Todo depende de los parámetros y la suma de los mismos. Por ejemplo, ya en este 2020 China superará a EEUU en un dato muy importante: las ventas minoristas (más de cinco mil billones de dólares frente a los 4.800 del mercado americano, según un informe de eMarketer).

Una relación de paradojas y contrastes

EEUU China

La pugna recuerda a la vieja guerra fría: espionaje, propaganda, músculo militar, símbolos, acusaciones directas o insinuaciones veladas… Como se suele decir, la historia se repite y ahora hay otro aspirante que no parece vaya a colapsar como lo hizo la Unión Soviética. Y es que China sigue estando gobernada con mano de hierro por el Partido Comunista pero de facto la economía y el mercado chino están entre los más liberales del mundo. Un país, dos sistemas.

La crisis del coronavirus no ha hecho sino aumentar la tensión entre ambas potencias, no sólo por la acusación de Trump, sino por el último e intenso duelo a cuenta de la nueva revolución del 5G, donde el resto de países deberán decidir en qué órbita situarse, como pasó en su momento con el eje americano y el eje soviético. Y eso que hay una gran diferencia, y es que la globalización ha hecho que ambos países estén más interconectados de lo que querrían, en una paradoja de mutua necesidad económico y comercial. De hecho, hace apenas unos meses -el 16 de enero- firmaron con solemnidad en el salón Este de la Casa Blanca un acuerdo que debía ser histórico al menos en cuanto al fin de la guerra comercial.

Pero el virus del Covid-19 ha hecho aumentar también la carga del virus del enfrentamiento entre una mutua desconfianza y creciente rivalidad, materializado en restricciones y vetos mutuos en diplomacia o en las sempiternas reclamaciones de aguas y territorios. Entre tanto, cada bando sigue dando pasos, uno para superar al «campeón» y el otro para que el «aspirante» no le eche a la lona. Están enzarzados en casi todas las áeras: en inteligencia artificial, modelos energéticos, la carrera espacial, nuevo armamento, tecnología cuántica…

EEUU y China tienen sus razones

La batalla tiene difícil solución porque va más allá de la lucha comercial o estratégica. Estados Unidos cree que Pekín amenaza sus intereses estratégicos y que compite de manera injusta en el ámbito comercial. Eso sin contar, como insisten desde la Casa Blanca, que no es una democracia ni respeta los Derechos Humanos.

Por su parte, China considera que su auge es pura lógica histórica y que incluso corrige injusticias de siglos, además de ser la suya una cultura milenaria y desarrollada desde la antigüedad. También la mayoría del país ha llegado a la conclusión de que EEUU es un país decadente que quiere impedir el ascenso de China en el escenario global. Pero no es una opinión oficial de los círculos de poder, sino entre los ciudadanos de a pie, con lo que es más fácil -como hacen- remar en una dirección y no desviarse del plan ni el gobierno chino ni sus habitantes.

De hecho, la animadversión es mutua en términos de percepción y opinión. Mientras que el 66% de los americanos tiene una opinión desfavorable de China, el porcentaje en el gigante asiático respecto a los americanos es parecida: el 62%.

Falta por ver cómo serán las relaciones de ambas superpotencias si pierde Trump y Joe Biden llega a la Casablanca, aunque ya hay declaraciones del candidato muy duras contra el régimen de Xi Jinping. Todo apunta a que la senda seguirá siendo la misma.