El Museo Carmen Thyssen Málaga vuelve a abrir sus puertas al arte colorista y vibrante de Joaquín Sorolla y lo hace para mostrar la evolución del estilo del artista al contacto con el paisaje y la luz de la localidad alicantina de Jávea en sus estancias a principios del siglo XX.
Si en 2016 Sorolla ya tuvo su lugar en el museo con una selección de gouaches y dibujos, expuesta en la Sala Noble, dando testimonio de su segundo encuentro, en 1911, con un entorno nuevo y fascinante, ahora la pinacoteca acoge ‘Sorolla en Jávea’, formada por casi una treintena de obras relacionadas con el lugar donde el pintor encontró un paraíso pictórico.
Esta muestra, que también se presenta en la Sala Noble y que estácomisariada por Enrique Varela Agüí, director del Museo Sorolla, se podrá visitar hasta el próximo 16 de enero, tras la inauguración de este viernes, organizada gracias a la colaboración de la Fundación Sorolla y el Museo Sorolla y al patrocinio de Iuris Cátedra, Abogados y Economistas.
En el acto han estado el vicepresidente de la Fundación Palacio Villalón y alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el patrono y representante de la Colección Carmen Thyssen, Guillermo Cervera; el director del Museo Sorolla y comisario de la muestra, Enrique Varela; y la directora artística del Museo Carmen Thyssen Málaga, Lourdes Moreno.
Aunque se recogen algunos de los trabajos realizados por Sorolla en Jávea en los años 1898 y 1900, la exposición, compuesta por casi una treintena de obras, entre lienzos y notas de color, se centra especialmente en el año 1905, fecha en la que pinta también el cuadro ‘Rocas de Jávea y el bote blanco’, de la Colección permanente del museo y en el que se ilustra a la perfección la transformación del lenguaje de Sorolla a través de su contacto con el paisaje de Jávea.
Esta obra, resultado de su última campaña pictórica en este espacio paradisiaco, en un verano de grandes logros artísticos, es el origen de este proyecto expositivo. Con él se contextualiza una de las obras maestras de la Colección del Museo, explicando con detalle el entorno en que surgió y el camino de transformación que llevó a Sorolla a su maestría como pintor de la luz que Rocas de Jávea y el bote blanco demuestra. Se trata además de un proyecto de investigación más amplio, que dará sus frutos en una próxima publicación.
Las estancias estivales de Sorolla en esta localidad alicantina, en 1896, 1898, 1900 y, sobre todo, 1905, supusieron un catalizador para que el pintor alcanzase la madurez de su estilo más reconocido.
En Jávea, se interesa por el paisaje, con el cabo de San Antonio como protagonista de varios de sus lienzos y apuntes, por los colores y reflejos en el mar y el cielo, que pinta una y otra vez buscando captar su luz efímera, y por los juegos del agua y la vibración de sus colores sobre figuras de bañistas en el mar, como el extraordinario lienzo ‘Nadadores’ que es la imagen principal para la difusión de la exposición.
Incluso su propia familia, su esposa Clotilde García del Castillo y sus hijos, protagonizan algunos apuntes rápidos, muy abocetados, mientras disfrutan del entorno que cautivó al pintor.
En la producción de esta época, se descubre, asimismo, a un Sorolla exquisito, que domina la luz y el color con extraordinaria maestría. Un pintor en plenitud creativa inmediatamente antes de su gran exposición en 1906 en la galería Georges Petit de París, que marcó el inicio de una carrera internacional que le convertiría en el pintor español más exitoso de su tiempo.