Unos 6 millones de niños, abocados al hambre por el fenómeno El Niño

Durante un solo fenómeno de El Niño, casi 6 millones de niños sufren desnutrición, según un estudio publicado en la revista ‘Nature Communications’.

Cada cuatro o siete años, El Niño hace que los patrones climáticos cambien en los trópicos, provocando temperaturas más cálidas y cambios en las precipitaciones, y un amplio impacto en la agricultura, las enfermedades infecciosas o los conflictos.

«Habría sido muy difícil preparar al mundo para una pandemia que pocos veían venir, pero no podemos decir lo mismo de los fenómenos de El Niño, que tienen un impacto potencialmente mucho mayor en el crecimiento y la salud de los niños a largo plazo», dice Amir Jina, autor del trabajo y profesor adjunto de la Harris School of Public Policy, de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos.

«Los científicos pueden predecir la proximidad de El Niño con hasta 6 meses de antelación, lo que permite a la comunidad internacional intervenir para prevenir los peores impactos –añade–. Nuestro estudio ayuda a cuantificar esos impactos en la nutrición infantil para orientar las inversiones públicas mundiales en zonas con inseguridad alimentaria».

Jina y sus coautores, Jesse Anttila-Hughes y Gordon McCord, proporcionan la primera estimación de los impactos de El Niño en la nutrición infantil en todo el trópico mundial. Para ello, han reunido datos de más de un millón de niños que abarcan cuatro décadas y todas las regiones de los países en desarrollo, un conjunto de datos que representa aproximadamente la mitad de los más de 600 millones de menores de cinco años de todo el mundo.

Su análisis revela que las condiciones de El Niño, más cálidas y secas, aumentan la desnutrición infantil en la mayor parte de los trópicos, donde la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya considera que el 20% de los niños tiene un peso gravemente inferior al normal. Ese porcentaje aumenta en un 2,9% durante los años de El Niño, afectando a millones de niños.

En el caso del grave fenómeno de El Niño de 2015, el número de niños que se encuentran en el umbral de la OMS de insuficiencia ponderal grave o por debajo de él aumentó en casi un 6%, es decir, casi 6 millones de niños más se vieron abocados al hambre. Aunque el peso de los niños parece recuperarse con el tiempo, el impacto en su nutrición a una edad tan temprana atrofia su crecimiento en años posteriores.

Como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional está trabajando para eliminar todas las formas de desnutrición para 2030, lo que significa que cada año unos 6 millones de niños tendrían que salir del hambre severa.

Cuando quedan menos de 10 años para alcanzar ese objetivo, El Niño de 2015 borró un año de progreso. Para compensar esos efectos sería necesario proporcionar suplementos de micronutrientes a 134 millones de niños o alimentos a 72 millones de niños en situación de inseguridad alimentaria, según el estudio.

«Dado que los científicos pueden señalar con meses de antelación qué lugares van a tener sequía y qué lugares se van a inundar, la comunidad internacional podría actuar de forma proactiva para evitar que millones de niños caigan en la desnutrición –afirma Gordon McCord, de la Escuela de Política y Estrategia Global de la Universidad de California–. Es una verdadera tragedia que, incluso en el siglo XXI, gran parte de la población humana se vea empujada a la desesperación por procesos climáticos predecibles».

Aunque no está claro si el cambio climático aumentará la frecuencia e intensidad de El Niño, el cambio climático hará que las zonas cálidas se vuelvan más calientes y las zonas secas más secas. Cuando El Niño se suma a estos cambios generales, no hay duda de que los impactos durante los años de El Niño serán peores que los actuales. Por ejemplo, como las zonas esperan perder cosechas con el cambio climático, esas mismas zonas probablemente perderán aún más cosechas durante los años de El Niño.

«Se trata de acontecimientos rutinarios del clima que provocan verdaderas tragedias en todo el mundo –subraya Jesse Anttila-Hughes, de la Universidad de San Francisco–. El estudio de El Niño puede enseñarnos los impactos que se derivan de un clima más cálido y seco, lecciones importantes a medida que estos cambios adquieren una escala más global con el cambio climático».

«Pero el hecho de que vivamos un El Niño cada pocos años, que sepamos que van a llegar y que sigamos sin actuar es una mala señal, ya que muchos de estos cambios climáticos -desde olas de calor aisladas hasta huracanes- serán mucho menos predecibles a medida que el clima cambie», alerta.