lunes, 6 mayo 2024

La presión para que dimitan los vocales del CGPJ tras la salida de Carlos Lesmes crece

La dimisión de Carlos Lesmes ha puesto a los vocales en el punto de mira. Ya no están protegidos porque el presidente del Tribunal Supremo ha dejado sus funciones por el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial. Y esta sensación de vulnerabilidad se ha disparado dado que la presión popular se ha trasladado a todos y cada uno de esos vocales que aún están en funciones desde diciembre 2018. Pese a que el vicepresidente del Supremo, Francisco Marín, vaya a asumir las funciones de Carlos Lesmes, lo cierto es que los vocales viven una situación de incertidumbre porque saben que a los que le toca hacer un acto de responsabilidad como el del presidente del CGPJ es a ellos. Sin embargo, no parece que los vocales estén dispuestos a renunciar a sus condiciones por un mero arrebato de responsabilidad institucional.

La dimisión de Carlos Lesmes ha precipitado una reunión entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoo, que no ha dejado clara una fecha para renovar el CGPJ. Los populares siguen enrocados en la idea de que hay que cambiar la forma de elección de los vocales mientras el PSOE insiste en que hay que renovar el Consejo. Esta difícil realidad hace que la dimisión de Lesmes, algo que nunca ha pasado en la historia de España, haya sumido en una crisis institucional al país que solo se solucionaría con un paso adelante de los partidos. El problema es que la sombra del magistrado del Tribunal Constitucional Enrique Arnaldo es alargada y sigue teniendo influencia en un PP que espera llegar a las elecciones sin renovar el Consejo General del Poder Judicial.

La idea es que ahora Francisco Marín asuma las competencias de Lesmes. Pero dado que el presidente del Tribunal Supremo ya ha hecho alarde de un gesto de responsabilidad institucional, se espera que sean los vocales los que hagan lo propio. Sin embargo, no parece que ninguno de estos representantes, especialmente los conservadores colocados por los populares, vaya a dejar su posición en las próximas semanas en consonancia con el gesto de Carlos Lesmes. De hecho, la idea de los vocales es responder al criterio de Alberto Núñez Feijoo y mantenerse firmes hasta las elecciones de 2023.

El Partido Popular tiene claro que renovar el CGPJ ahora sería una derrota dado el camino recorrido. La razón por la que se enrocan no es cambiar la ley, que también, sino mantener intacto el Tribunal Constitucional. Esta idea de que el Constitucional sea el último bastión del PP y del conservadurismo viene de Enrique Arnaldo, pero el PP ha hecho bandera de ella hasta el punto de que ha consentido enfrentar a los vocales con Lesmes para enquistar tanto los nombramientos de los magistrados del Constitucional que le corresponden al CGPJ como para alargar la renovación del Consejo para después de las elecciones.

la dimisión de Lesmes ha sido aplaudida

A nivel interno, la dimisión de Lesmes ha sido aplaudida. Y a aquellos que dicen que debería haberse producido antes ya se les da una respuesta clara: tanto Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijoo le prometieron que renovarían el CGPJ de forma inmediata, una promesa que repitieron durante meses sin resultados reales. Si Lesmes esperó hasta este momento fue porque el cambio de liderazgo en el PP le dio esperanzas. Tampoco es que el presidente del PP se preocupara por decir la verdad a Lesmes, a quien el prometió que cedería y renovaría el CGPJ por una cuestión de responsabilidad institucional. El problema es que después de escuchar tantas promesas sin fundamento, Lesmes vio que no había salida para el Consejo.

Los vocales serían, a ojos de muchos, los que deberían dimitir, pues son ellos los representantes del órgano de la justicia y quienes deberían demostrar a los partidos políticos que les colocaron donde están que ellos también están en contra del bloqueo del CGPJ que protagonizan los principales partidos políticos. El problema es que esta sensación que se vive en el ámbito de la justicia no es compartida por los vocales, quienes están entregados a las doctrinas que imponen sus respectivos partidos políticos, especialmente los conservadores.