Una de las señas de identidad de las Fuerzas Armadas (FAS) españolas del siglo XXI es su participación en las misiones internacionales al servicio de la política exterior de España, en misiones que van desde la seguridad a la estabilización de la paz pasando por las de apoyo de la lucha contra el terrorismo islámico.
Como viene siendo habitual desde hace lustros, coincidiendo con el fin de año, el Consejo de Ministros (en esta ocasión ha sido el pasado 20 de diciembre) aprobó el acuerdo por el que se prorroga las misiones, hasta el 31 de diciembre siguientes, de participación de unidades y observadores militares en operaciones de paz en el exterior.
«En estos difíciles momentos para la estabilidad internacional (en relación a la guerra de Ucrania), es intención del Gobierno seguir manteniendo un compromiso inequívoco con las misiones de paz», se afirma en el comunicado del Consejo de Ministros. Un compromiso de las FAS, «que se apoya en los principios de responsabilidad, solidaridad, constancia, determinación y unidad, refrendados en el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN y en las directrices de la Brújula Estratégica de la Unión Europea», añade.
Con carácter general, se prevé mantener durante 2023 el nivel de participación de las FAS en operaciones en el exterior, incluida la continuidad en el mando de las misiones en Líbano y en Malí que actualmente desempeña España, materializadas por los generales del Ejército de Tierra (ET) Aroldo Lázaro Martinez y Santiago Fernández Ortiz-Repiso respectivamente, y el futuro liderazgo de la Misión OTAN en Irak o NATO Mission Iraq (NMI) a partir próximo mes de mayo.
Un total de 3.036 efectivos participan en 17 operaciones internacionales bajo bandera de la OTAN, la UE o la ONU, en 4 continentes diferentes. La mayoría, hasta 1.100 militares, se inscriben en alguna de las misiones en el flanco este de la Alianza Atlántica, que se ha incrementado fuertemente durante 2022, tras el inició de la invasión el pasado 24 de febrero de la Rusia de Putin a su vecina Ucrania.
Obviamente esta agresión motivó la reacción de la Alianza Atlántica, facilitando ayuda militar a los ucraninos, especialmente por parte de estadounidenses y británicos, y el refuerzo de los aliados del Este de Europa. Así España prácticamente ha duplicado sus efectivos desplegados en Letonia, que forman parte de la fuerza de Presencia Avanzada Reforzada desde los 350 efectivos hasta los casi 650, el refuerzo ha incluido artillería de campaña, misiles antiaéreos, zapadores, misiles antiaéreos, etc. Igualmente en estos momentos el Ejército del Aire y del espacio mantiene una importante presencia en Rumania, que consistente en 8 de sus aviones de combate McDonnell Douglas (ahora Boeing) EF-18M y cerca de 150 efectivos en la base de Fetesti, más sus 38 compañeros que manejan un radar desplegable del muy veterano modelo norteamericano modelo Westinghouse. AN/TPS-43M, ahora instalado en la también localidad rumana de Schitu. A estos despliegues se suma la contribución a las fuerzas navales permanentes de la OTAN y a la misión Sea Guardian en el Mediterráneo, que obviamente protagonizan el personal y navíos de la Armada española.
La misión más numerosa sigue siendo la de la ONU en Líbano, con 646 militares, que desde noviembre asume un contingente especialmente compuesto por efectivos de la mítica Legión española, en concreto de la Brigada “Alfonso XIII” II.
España también mantiene su presencia en Turquía con 149 efectivos del ET (manejan una batería de misiles norteamericanos MIM-104 Patriot) y cuenta con otros 300 militares desplegados en Irak. En el marco de la Unión Europea, continúa la presencia en la misión EUTM-Malí, con 316 efectivos y un destacamento aéreo en Senegal para dar apoyo de transporte aéreo logístico. Un total de 284 militares, entre marinos de la Armada y personal de un destacamento del Ejército del Aire y del Espacio, participan también en la ‘Operación Atalanta’ de lucha contra la piratería en el Índico y otros 21 efectivos están desplegados en Somalia.
