El Frente Obrero está llamado a ocupar el espacio que ha dejado libre Unidas Podemos. Esta fuerza marxista-leninista ha diseñado un programa sólido, cuenta con un líder carismático (Roberto Vaquero) y está dispuesto aprovechar el malestar social que surgirá de la crisis del coronavirus para arremeter desde la izquierda contra el Gobierno.
Este partido quiere llenar el ‘vacío inédito’ que ha dejado Unidas Podemos en las calles tras la entrada de Pablo Iglesias o Alberto Garzón en el Ejecutivo. Hasta la fecha el Frente Obrero había saltado a los medios con sus escraches.
El más mediático lo sufrió en la Complutense el flamante vicepresidente Pablo Iglesias, que simplemente fue interrumpido en un acto tras haber pisoteado todos los principios del 15M. Esta actitud dialogante del Frente Obrero contrasta con la que exhibía el propio Iglesias, que una década atrás no debatía con Rosa Díez: buscaba no dejarla hablar y echarla de la Universidad.
CONTRA LA ‘IZQUIERDA POP’
Las magdalenas malasañeras de Manuela Carmena no fueron suficientes para que una fuerza postmarxista repitiese gobierno en Madrid. Ahora Madrid, posteriormente Más Madrid, se olvidó de Vallecas.
Y esa superficialidad contrasta con el ADN de Roberto Vaquero, que pisó unos días la cárcel por contribuir a que dos militantes del antecesor de Frente Obrero, Reconstrucción Comunista, fuesen a luchar contra el ISIS a Rojava.
Ahora Vaquero disfruta de la libertad y dedica su tiempo a «acumular fuerzas» para el Frente Obrero, partido que promociona los libros y vídeos didácticos que elabora su líder omnímodo, enemigo declarado de Unidas Podemos y el «posmodernismo».
EL ANVERSO DE VOX
El Frente Obrero, que cuenta con sindicato, asociación juvenil, banco de alimentos, casas del pueblo y campamento con estética paramilitar, pide en su programa la caída de la monarquía; la salida de España de la UE y la OTAN; el establecimiento de una república socialista; la nacionalización de los sectores estratégicos; la expropiación a los grandes terratenientes; la amnistía política para los presos políticos; y la resolución del problema de la cuestión nacional mediante el derecho a la autodeterminación (en realidad están a favor de la unidad de España).
Ese es su programa marxista-lenininista. Pero algunos elementos de la izquierda miran con desconfianza al Frente Obrero, al que le llaman ‘el Vox de la izquierda’ porque gran parte de sus recetas chocan con las del PSOE y Unidas Podemos.
Este partido liderado por Roberto Vaquero está a favor de la unidad de España y alaba episodios como el del 2 de mayo (cosa que también hizo Pasionaria antes del ‘¡No pasarán!’). Este hecho provoca que algunos lo sitúen en una especie de falangismo, quizás porque desconocen que las raíces capitalistas del falangismo («el fascismo es la degeneración del capitalismo», Lenin dixit).
Cierto es que uno de los flancos débiles del Frente Obrero son algunas de las sombras de Roberto Vaquero, youtuber revolucionario, líder testosterónico y saco de problemas porque «un carácter muy volátil que le convierte en un ‘pino’: impide crecer la hierba a su alrededor», cuentan fuentes del partido a MONCLOA.com.
A LA IZQUIERDA DE STALIN
El Frente Obrero no se achanta cuando le hablan de Cuba, Corea del Norte, China o Venezuela porque para este partido todos estos países son o ejemplo de neoliberalismo (China), de capitalismo de Estado (Cuba) o de desvaríos juanches (Corea del Norte).
Roberto Vaquero, una especie de testigo de Jehová rojo, hace una reinterpretación subjetiva de las sagradas escrituras marxistas (‘Manifiesto del Partido Comunista’ y ‘El Capital’) y mira con ortodoxia a la historia para asegurar que el único rojerío decente que ha gobernado hasta la fecha es la Unión Soviética de Lenin y Stalin. Las políticas que se sucedieron a la toma del poder por parte de Jrushchov en 1956 son consideradas «revisionistas».
Y también mira con simpatía hacia la República Popular Socialista de Albania (1944-1985) de Enver Hoxha, que se divorció de la Unión Soviética tras la muerte de Stalin y de China tras la muerte de Mao. Este dictador albanés es un ejemplo ético para Frente Obrero, que desprecia al trotskismo y el maoísmo por ser desviaciones marxistas, al yugoslavo Tito por «oportunista» y al rumano Ceaucescu por su apertura final a Occidente.
NADA NUEVO
Esta visión de la historia desde el hoxhismo no es nueva entre el comunismo español, que apoyó un dirigente albano que se quedó sin apoyos en la esfera internacional (hecho que conllevó el aislamiento y atraso tecnológico del país). Cierto es que Albania mantuvo una socialización de los medios de producción más ortodoxa que la de otros países del bloque soviético.
Y este hecho le granjeó apoyos del abuelo del Frente Obrero: el PCE marxista-leninista. Esta escisión del PCE nace a mediados de los sesenta porque varios militantes son contrarios a la deriva imperialista de la Unión Soviética y al viaje de Carrillo hacia el eurocomunismo mediante la ‘política de reconciliación nacional’ que inició en la década anterior.
Carrillo cambió de apoyos a lo largo de su carrera (del PSOE de su ‘padrino’ Largo Caballero a la URSS de Stalin pasando por Mao, el PCI eurocomunista, Ceaucescu y Felipe González/PRISA en su vejez). Y el PCE (m-l), no confundir con el PCE (r) que impulsó a los GRAPO, le convirtió en uno de sus principales enemigos.
PANTOMIMA FULL
El dúo Pantomima Full se ríe del prototipo de votantes de Ciudadanos, retratados como cuñados ibéricos amantes del postureo que no saben nada de nada, según los brillantes sketches de Rober Bodegas y Alberto Casado.
El Frente Obrero hace algo parecido con los votantes de Unidas Podemos y su guerra de guerrillas: Vaquero carga contra el feminismo, el animalismo, el lenguaje inclusivo y el ecologismo de una izquierda pop que ha asumido otras batallas cómodas para el Sistema, véase el ecofeminismo defendido por personajes ultraconservadores como Ana Patricia Botín y Ana Rosa Quintana, para enterrar la lucha de clases (lean ‘La trampa de la diversidad’ de Daniel Bernabé).
Vaquero se ríe de la alienación de los partidarios del carmenismo y el pablismo, pero el Frente Obrero, que no se presenta a las elecciones porque cree que partidos como el PCPE solo sirven para recoger firmas cada cuatro años, legitimar el Sistema, hacer el ridículo y quemar a su gente, también tiene motivos para que se rían de ellos.
FALLOS
El Frente Obrero tiene un estilo faltón, apuesta por el pandillerismo, cuenta en su cúpula con elementos nacionalistas españoles y gordófobos, y sufre una opacidad en sus cuentas (hecho por el que algunos exmilitantes acusan a Vaquero de ser un líder de secta y un parásito y situación por la que el partido es comparado con la Unificación Comunista de España, matriz de Recortes Cero).
En los vídeos de su proyecto didáctico, Universidad Obrera, tampoco faltan las humillaciones (con insultos a Almas Veganas) e insultos a menores (Vaquero llama «mono de feria» a Greta Thunberg) y frases edadistas (contra Carmena).
Frente Obrero, es evidente, tiene muchos elementos para ser una fuerza a tener en cuenta el día de mañana. Ellos no renuncian a la utopía de tomar el poder por la fuerza y tampoco se niegan a concurrir a las elecciones a medio plazo.
Pero si liman algunas de sus esquinas (el carácter chulesco de su líder y la estrategia sectaria del partido) pueden dejar de ser inofensivos para convertirse en muy influyentes contra esa izquierda pop que utiliza la retórica marxista por electoralismo y sin embargo, cuando gobiernan, tiene que convertirse en socialiberales por anteponer el economicismo a sus principios.