La ofensiva de Cuca Gamarra para quitarse la careta de blanda

Moderada, contrapeso, blanda. La decisión de Pablo Casado de destituir a Cayetana Álvarez de Toledo y poner en su lugar a Cuca Gamarra ha sido interpretado como un giro hacia la moderación. Y es que desde el PP se ha puesto en valor su carácter abierto a consensos, su tono más tranquilo y sus formas más suaves. Hemos pasado del boxeo al camelo. Sin embargo, Cuca Gamarra ha querido hoy alejarse de esa idea de centrismo (sorayismo, marianismo) y mostrar que ella puede ser muy dura cuando sea necesario. El marco, la Diputación Permanente del Congreso donde se votaba si Pablo Iglesias debía comparecer para explicar las dudas sobre la financiación de Unidas Podemos. ¿Habrá conseguido su objetivo? Veamos.

CUCA GAMARRA, ¿EL FIN DEL VIAJE AL CENTRO DE CASADO?

«Hay que salir de las trincheras». Esta es una frase de la propia Cuca Gamarra, muy secundad en su visión de la política como algo que construye soluciones para los problemas de los ciudadanos por los grandes pesos del PP como Alberto Núñez Feijóo. Salir del barro dialéctico en el que tan cómoda se mostraba Cayetana, y que acercaba más al PP hacia el lado más conservador del partido.

«No tenemos miedo a abrir el partido al diálogo con toda la sociedad, eso nos enriquece. El PP tiene unos principios tan firmes y tan sólidos que podemos cambiar la manera de hacerlos, pero no debemos tener miedo a esa apertura”. Esta declaración de intenciones corresponde a su tiempo lejos del primer plano tras su llegada a Madrid tras perder la presidencias del PP de La Rioja.

Y es que Cuca Gamarra es todo lo contrario que representa Cayetana: es una de las representantes del sorayismo-marianismo del que tanto porfió Casado, y que, finalmente, ha terminado claudicando a la idea más centristas como aglutinadora de consensos internos y de mayores mayorías electorales. Lo es Ana Pastro, y lo es José Luis Martínez-Almeida.

NEGOCIACIONES A LA VISTA

Su dinámica parte de buscar consensos y caminos en áreas donde todo parece perdido. ¿CGPJ? ¿RTVE? Son asuntos en los que tradicionalmente PP y PSOE han sabido encontrar los acuerdos con los versos adecuados. Y Cayetana no lo era.

Cuca Gamarra, por ejemplo, no duda en catalogar a Vox como extrema derecha (y condenar las caceroladas al Gobierno), o abogar por acudir a las manifestaciones feministas –ella acudió al 8M-. En alguna ocasión, incluso, ha mostrado su sintonía con algunas propuestas o visiones con Adriana Lastra, la portavoz del PSOE en el Congreso.

https://twitter.com/cucagamarra/status/1105954377775398912?s=20″

Por lo general, su discurso y sus formas se catalogan como blandas. Hoy tenía un importante reto en la Diputación Permanente: mostrar cuál va a ser la línea de Cuca Gamarra como portavoz. ¿Lo habrá conseguido?

LA LARGA SOMBRA DE CAYETANA

Si bien en el contenido ha estado más intensa que en otras acciones de portavocía en la vicesecretaría de política social en las que participaba, la presentación y expresión ha dejado muy a las claras el cambio entre ambas reinas de ases. Cayetana tiene un aire más altivo, más decidido, más proactivo. En las numerosas intervenciones que ha realizado en sus dos años como voz del PP en el Congreso, pocas veces se ha visto forzada a leer de corrido.

Por el contrario, Cuca Gamara se ha mostrado, quizás por los nervios de la primera vez (y que no es lo mismo una comisión que ser vocera en el pleno, o en la Diputación Permanente, como es el caso), más dubitativa, leyendo el discurso predefinido y seguramente trabajado por el equipo de Casado (García-Ejea, por supuesto, entre ellos, su gran valedor).

De ahí que aunque el mensaje a transmitir sea más duro que lo que venía exponiendo en su área de desarrollo político, la imagen y el ritmo del audio restan confianza en la locución.

Físicamente, su expresión también se ha mostrado más intensa, lejos de la suavidad habitual en sus comparecencias incluso en la Comisión de Reconstrucción, en las que solo de vez en cuando ha fruncido el ceño o se ha mostrado más seria.