Almeida lanza un guiño al sector del taxi y siembra dudas en Uber y Cabify

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, por fin se ha posicionado de forma velada en la histórica pugna entre el taxi y Uber o Cabify. El objetivo de la Alcaldía de la capital de modernizar y hacer más competitivo el sector del taxi con un anteproyecto aprobado en Junta de Gobierno, sin embargo, hace temblar a quienes llegaron al mercado para competir contra el taxi con sus mismas armas pero con condiciones mucho más ventajosas. El alcalde lo que ha hecho es básicamente igualar (o mejorar) la capacidad competitiva del taxi con un paquete de medidas que augura que el PP no respaldará de forma tan evidente a Uber o Cabify. Aún así, el sector del taxi sigue considerando insuficientes las medidas tomadas dado que las licencias VTC pagan muchos menos impuestos que ellos.

El servicio de transportes en Madrid no deja de mutar a una velocidad acelerada y el taxi se queda obsoleto no por su forma de ofrecer los servicios, sino porque siguen pagando más tanto por sus licencias como por los impuestos requeridos por la administración que los propietarios de licencias VTC. Esta diferencia de pago de impuestos hizo que empresas como Uber pudieran ofrecer a los usuarios precios mucho más competitivos que los taxistas clásicos y se comieron buena parte de su mercado. Por eso, Borja Carabante, el delegado de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, ha anunciado con orgullo cómo el alcalde no se ha olvidado de los taxistas, sino más bien todo lo contrario.

«El Taxi de Madrid será más competitivo que nunca. Damos luz verde al anteproyecto que permitirá a los usuarios precontratar el servicio sabiendo lo que van a pagar o, si lo desean, compartir el viaje y que salga más económico. Todos ganan. #Madrid360 #TrabajamosPorMadrid», ha anunciado Carabante. Unas afirmaciones que irritan a empresas como Uber o Cabify pero que al menos confirma que no les tocarán las condiciones actuales, por lo que podrán seguir conviviendo: mismo trabajo, impuestos diferentes para según qué licencias.

Por el momento, el plan de José Luis Martínez Almeida contempla «hacer del taxi un servicio más moderno, competitivo, accesible y sostenible» convirtiendo a este colectivo en lo mismo que Uber. Ofrecerán una precontratación con un precio máximo cerrado, optarán al «taxi compartido», habrá licencia por puntos, pago mediante contactless, todos los vehículos de estos profesionales del transporte tendrán la etiqueta «ECO» o la «CERO» emisiones, habrá tarifa cero para las zonas sin contaminación y se podrá optar a reducir la oferta por situaciones excepcionales como la pandemia.

Vamos, que convertirán a los taxistas en conductores de Uber o de Cabify sobre el papel para que los usuarios puedan optar entre todos los coches sin que haya diferencias, pues actualmente el taxi es sensiblemente más caro que pedir un coche con licencia VTC. El problema, aunque en el taxi aplauden que se les tenga en cuenta, es que Almeida no ha tocado el asunto más sensible: los taxistas pagan muchos más impuestos que las licencias VTC para ofrecer exactamente el mismo servicio. La convivencia es posible, sí, pero con igualdad de condiciones.

Hasta el momento, solo Unidas Podemos se había puesto del lado de los taxistas dado que el Partido Popular ha sido más comprensivo con la idea de que irrumpan nuevos modelos de negocio. De hecho, a nivel nacional no se cuestionan tocar este asunto y lo relegan a competencias autonómicas o municipales. Y ahora Almeida ha enseñado los dientes a Uber y Cabify atendiendo algunas demandas del taxi. Si esto va a más, puede que el miedo recorra las sedes de estas empresas con licencias VTC.

ENFADO EN EL TAXI

Los taxistas aplauden cualquier ayuda, pero entienden que estas medidas en realidad ocultan lo que ellos temen: que Uber y Cabify han venido para quedarse y que el Partido Popular no quiere meter mano en este negocio tan lucrativo para quienes compraron una buena cantidad de licencias a precios de risa. Ese «todos ganan» de Carabante no ha hecho gracia al sector en absoluto porque desliza que no van a abordar el asunto más importante para el taxi: el pago de impuestos. ¿Cómo es posible que una licencia de taxi esté tan limitada y los autónomos se vean obligados a pagar una buena batería de impuestos y que Uber o Cabify ofrezcan el mismo servicio exactamente por mucho menos? En su momento, las nuevas tecnologías favorecieron la irrupción de estas empresas, pero ahora los taxistas presionan para que las aguas vuelvan a su cauce.

En Barcelona, el sector del taxi ha sido capaz de someter a los partidos políticos, incluso a los liberales como Junts per Catalunya. Mediante amenazas de huelga, el taxi ha conseguido declaraciones favorables por parte de las formaciones de izquierdas y conservadoras. Aún nadie ha conseguido que los políticos directamente den la espalda a Uber o Cabify o que les amenacen con freírles a impuestos (como le ocurre al taxi), pero sí que tienen fuerza suficiente como para cambiar las cosas. Ahora Almeida se ha metido en este conflicto con un guiño al taxi, pero la letra pequeña no convence a los taxistas.