Margarita Robles pierde fuelle y se masca su salida en 2023

Cuando Pedro Sánchez abordó la remodelación de Gobierno, el objetivo no era solo el de afrontar la recuperación económica con caras nuevas. El presidente del Ejecutivo quería más. Quería librarse de aquellos perfiles que le amenazaban en popularidad y desprenderse de algunos ministros que consideraba poco capaces. Lo curioso fue que dentro del primer bloque no metiera a la ministra de Defensa, Margarita Robles. Desde el PSOE aseguran que el presidente se planteó su traslado al Ministerio de Interior, pero la falta de hueco para Fernando Grande Marlaska frenó las aspiraciones de Robles. En cualquier caso, semanas después de la remodelación, desde el PSOE insisten en que la titular de Defensa está en la cuerda floja porque Sánchez ha encontrado un hilo del que tirar para echarla: aseguran que Robles sacó presuntamente seis millones de euros de España para meterlos en un paraíso fiscal.

El PSOE confía en que esto no dañará el partido. Pero han visto una oportunidad para acabar el trabajo iniciado. La denuncia la ha presentado la Asociación Contra la Corrupción y en Defensa de la Acción Pública (ACODAP) y aportan documentación probatoria «contundente» en la que aseguran que la investigación llevó a que Hacienda trasladase a la Fiscalía los hechos. El núcleo duro de Moncloa, entretanto, está más pendiente de ver cómo utilizar esta información para apartar a Robles antes de saber si es o no verdad que la ministra sacó supuestamente seis millones de forma fraudulenta de España, tal y como asegura la asociación. 

Estos hechos ocurrieron, según ACODAP, entre 2001 y 2002 y eran «presuntamente, a sobornos materializados en la época en la que Margarita Robles era secretaria de Estado del Ministerio del Interior». Sea como sea, los socialistas saben que Robles estaba en la cuerda floja, que ha tenido varios enfrentamientos y llamadas de atención del presidente del Gobierno y que una noticia de estas características puede suponer que Sánchez no pague las deudas políticas y no la recoloque en un puesto de ambición. Robles se entrometió en la renovación del CGPJ, dijo «no» a ser la candidata en la Comunidad de Madrid y lleva toda la legislatura intentando hacerle la vida más difícil al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska.

Robles podría sumarse en calidad de la «manipuladora» más peligrosa del Gobierno

Dentro de esta estrategia de Sánchez de acabar con el primer referente de poder en el Gobierno (su jefe de gabinete, Iván Redondo) y su secretario de Organización del PSOE (el ministro de Transportes, José Luis Ábalos), Robles podría sumarse en calidad de la «manipuladora» más peligrosa del Gobierno. Los excompañeros de la ministra de Defensa dejan claro que el perfil de Robles es el de una política muy peligrosa. Urde estrategias y es «escurridiza» cuando quiere algo (Marlaska puede dar buena cuenta de ello, aseguran las fuentes de Ferraz). Algo que no gusta en exceso en Moncloa. Y menos cuando la idea de este año es aislar a Sánchez en la cumbre para evitar que nadie tenga la popularidad necesaria para contestar con tono elevado al presidente.

La denuncia que ahora pesa sobre la ministra no parece que vaya a trascender más de la cuenta. Al menos hay cierta tranquilidad en el PSOE respecto a este asunto. El dinero que Robles habría sacado presuntamente en 2001 se habría manejado supuestamente a través de «testaferros» para que no le salpicara a la ministra, entonces secretaria de Estado. Sea como sea, y pese a que el PSOE no cree que esto les vaya a perjudicar lo más mínimo, desde Ferraz deslizan que cualquier excusa puede ser buena para acabar con el imperio de Robles y sacarla del Ejecutivo.

El presidente del Gobierno se ha atrevido a echar a Ábalos y a Redondo como las dos grandes sorpresas de la renovación del Ejecutivo. Sin embargo, con Robles incluso se planteó darle el ministerio de Marlaska, algo que a la titular de Defensa le habría encantado, tal y como aseguran quienes la han conocido y han trabajado con ella. Ahora bien, con este arma encima de la mesa, Sánchez tiene la capacidad de anular a una de las ministras más «peligrosas» de su Ejecutivo y así conseguir quedarse rodeado de perfiles poco mediáticos y algo mediocres que no amenacen su liderazgo.

EL PLAN DE MONCLOA

La remodelación de Gobierno del presidente Pedro Sánchez ha llamado la atención de muchos. Mientras que algunos socialistas apuestan porque el cambio solo buscaba afrontar la recuperación económica y estos dos años de campaña soterrada con caras nuevas, hay otros que ven una estrategia mucho más elaborada tras esta remodelación. La clave está en que Sánchez ha destituido a su principal figura en el Gobierno y al mandamás en el partido. Por supuesto, tanto su ya exjefe de gabinete, Iván Redondo, como su exsecretario de Organización del PSOE (y exministro de Transportes), José Luis Ábalos, respondían ante él. Pero el poder que habían amasado en estos años de Gobierno fue tal que Sánchez no ha querido mantenerlos al frente de sus labores para que no se escapen a su control porque ya habían adquirido demasiado poder. El presidente del Gobierno cesó tanto al punto de referencia de su Ejecutivo como al de su partido.

Las fuentes socialistas aseguran que si hay algo que no soporta el presidente socialista es que nadie le haga sombra. Cuando un nombre de su entorno suena más que el suyo, todos dan por hecho que ese aventurado tiene los días contados. Nunca un jefe de gabinete había ocupado tantos titulares en tantos periódicos como Redondo y nunca un secretario de Organización se había hecho con el control de su partido como lo hizo Ábalos. La sorpresa por su destitución fue inmediata por el poder que ostentaban ambos tanto en el Gobierno como en el partido. Pero fue precisamente ese poder el que, a toro pasado, ha hecho que todo cobrara sentido a ojos de quienes conocen a Sánchez, tal y como cuentan las fuentes consultadas por MONCLOA.com. El presidente acabó con los dirigentes que volaban más cerca del sol tanto en el Gobierno como en el partido para quedarse él como único punto de referencia en lo alto de la escala de mando.

La llegada de Óscar López en el puesto de Redondo es un cambio radical pero con sentido si se parte de la base de que Sánchez no quiere a nadie con la capacidad necesaria para hacerse con el control del Ejecutivo. Redondo se estaba convirtiendo en el único interlocutor con el presidente y esto le dio mucho poder. Pero Sánchez no tuvo contemplaciones a la hora de plantearse si mantener más hombres fuertes en su entorno o quedarse solo él como único referente. «Óscar es lo contrario a Redondo en todos los sentidos», detallan las fuentes cercanas al presidente. Además, el nombramiento de López es un guiño a esos viejos socialistas que quedaron apartados cuando Sánchez resurgió y se hizo con el control del PSOE derrocando a la expresidenta de la Junta de Andalucía Susana Díaz.