Los policías del Grupo II de Fugitivos llegaron a dudar hasta el último momento de que en la vivienda señalada en Madrid se encontrara Hugo ‘El Pollo’ Carvajal, exgeneral al frente de la inteligencia venezolana buscado por EEUU, al que habían seguido el rastro tras ocultarse por varios puntos de la geografía española, disponiendo de documentación falsa y diferentes pasaportes.
«No se puso nada nervioso, estaba como una roca», explica a Europa Press el jefe del dispositivo que irrumpió por mandamiento judicial en la vivienda de la calle Torrelaguna de la capital. «Escuchábamos a los compañeros gritar ‘limpio, limpio’ conforme entraban en habitaciones y por un momento cundió el desánimo, pero en la última habitación sí que estaba», relata.
El jueves poco antes de las 21.15 horas quedaba por abrir la puerta de la última habitación, que estaba cerrada por dentro con llaves, sin escucharse nada en su interior. Los policías forzaron la puerta y allí estaba ‘El Pollo’ Carvajal, uno de los fugitivos más buscados por EEUU desde que evitó su extradición en noviembre de 2019. Tenía un cuchillo afilado que le quitaron antes de engrilletarle.
TRATO CORDIAL Y VACUNA DEL COVID
Los policías señalan que el trato con el que fuera alto cargo del Gobierno de Hugo Chávez fue cordial tras el arresto y que, incluso, durante las horas de custodia –no hubo registro porque el mandamiento judicial era de detención en virtud de la extradición– ha intercambiado algunas confidencias con los agentes.
Con problemas de salud relativos al corazón, los policías le llegaron a preguntar si en estos casi dos años escondido que coincidió con la pandemia de Covid-19 ha podido vacunarse. «¿Tú te crees que os lo iba a poner tan fácil?», respondió Hugo Carvajal, que contó durante este tiempo con el apoyo de su entorno familiar aquí en España, encargado de suministrarle alimentos y medicamentos.
Los policías españoles contaron con la colaboración de la DEA de EEUU, que propició información sobre su ubicación en algún punto próximo a la calle Arturo Soria de Madrid, una arteria con más de seis kilómetros de longitud. La vigilancia se fue cercando a la espera de la constatación definitiva de que iban a acceder a la vivienda correcta, lo que dilató la entrada final durante semanas.
La Policía le ha seguido la pista hasta el punto de establecer que cambiaba de vivienda cada tres meses, aunque en ningún caso pisaba la calle. «No salía de las casas para nada», subrayan los agentes. En su último escondite en un bloque de pisos se valía de la terraza frondosa debido a las numerosas plantas para asomarse únicamente por las noches a respirar algo de aire.
CONTACTOS PARA PASAPORTES Y CIRUGÍA
Utilizaba para ocultarse bigotes y barbas postizas, recursos que usaba para figurar en la imagen de los pasaportes que iba obteniendo, una documentación falsa que, según las pesquisas policiales, conseguía gracias a sus contactos con nacionales de Venezuela.
Los policías tienen constancia de que había contactado con algún cirujano plástico de la zona del Levante español –donde también residió enclaustrado tiempo atrás– para cambiar su aspecto físico en su empeño de hacerse ‘invisible’ y no ser entregado a EEUU, que lo reclama por delitos de tráfico de drogas de alto nivel.
No tenía ningún bien ni propiedad inmobiliaria a su nombre, así como tampoco vehículo –la información compartida por la DEA incluía un coche Citroën de color azul– ni línea telefónica. «Estamos acostumbrados, pero en su caso no nos extraña que se autoimpusiera estas medidas de seguridad», apuntan los policías al hablar del que fuera pieza clave de la contrainteligencia chavista. Carvajal pasó el viernes a disposición judicial a la espera de su extradición a EEUU.