¿Cómo gestionar un estado de ansiedad? Los consejos de Pedro Serrano, coach personal y experto en coaching para los bloqueos

Cada día, la ansiedad está más presente en la vida de las personas. Es un estado que además se retroalimenta y mucho con la cantidad de impactos sensoriales que se reciben de múltiples maneras en la sociedad, que hacen que el cerebro esté en continua activación y con un flujo de pensamientos constantes.

En este artículo, Pedro Serrano, coach personal, comparte fórmulas que permitirán a las personas identificar y gestionar estos estados que, a menudo, les acompañan en su día a día sin ser demasiado conscientes de ello y que impiden tener una vida plena.

En realidad, la ansiedad, como el estrés, no son malos, como se pueden percibir en un principio. De hecho, gracias a estos estados, se está aquí hoy en día, pues son mecanismos de alerta y defensa que sirvieron en su momento para sobrevivir y ayudaron a estar en alerta en entornos que eran muy hostiles.

El tema es que hoy en día, la sociedad no tiene esos peligros físicos reales que podían tener sus ancestros, aunque la mente funciona de la misma manera y previene de manera automática de posibles peligros o situaciones que puedan acontecer.

La función principal del cerebro es proteger al individuo, mantenerle vivo y está diseñado para proyectar posibles acontecimientos que puedan ocurrir, y por defecto, previene de posibles peligros o riesgos. El tema es que, si no se gestionan esos pensamientos, ficciones y fantasías que propone la mente, y que son interpretadas como señales de peligro y son tomadas tal cual y son creídas, para la mente serán tan reales como si pasaran en realidad, activando el sistema simpático del cuerpo, que es el modo de defensa y protección, con el consiguiente desgaste físico y mental.

Después de este proceso, se activaría el sistema parasimpático o de recuperación, que volvería a equilibrar el cuerpo, buscando su equilibrio y reparación. Este sería un proceso normal y natural para el que cuerpo y mente están perfectamente preparados, aunque en realidad no pasa así, ya que en muchas ocasiones, y de manera consciente o inconsciente, los individuos mantienen el sistema de alerta activado, con un flujo permanente de pensamientos, fantasías y amenazas que les proyectan constantemente a futuros inciertos e inseguros donde además se sienten con miedos y con incapacidad de superar esas películas que ellos mismos se crean.

Esto genera en el cuerpo una respuesta química que, mantenida en el tiempo, tiene efectos ampliamente conocidos por las personas que padecen una ansiedad generalizada, como son: una excesiva preocupación, inquietud, desasosiego, inseguridad, nervios a flor de piel, problemas para concentrarse, sensación de cansancio, percepción de futuros amenazantes constantes, preocupaciones persistentes, alteraciones del sueño y descanso, etc. También y frecuentemente acompañadas de otras sintomatologías como la depresión, la angustia y los bloqueos mentales y emocionales.

La ansiedad generalizada puede instalarse en la vida de una persona y no ser consciente de ello, llegando a normalizar el vivir en estos estados, donde la preocupación es constante, llegando a pensar que la preocupación es algo útil como posible prevención, y nada más lejos de la realidad, pues mantener esa actitud hará que tomen aún más fuerza esos pensamientos y películas que uno se cuenta y que le angustian.

Resistirse a estos pensamientos no es la solución, pues cuanta más resistencia se ejerce, más fuerza se le da a ese pensamiento, al poner el foco justo en lo que no se quiere. Es importante recordar que donde se pone la atención, va toda la energía.

¿Qué puede ayudar a salir de estos estados de ansiedad?

En la mayoría de ocasiones, son las mismas personas las que se provocan estos estados de ansiedad inconscientemente y ayudados y provocados por esa mente que trabaja de manera automática, como se ha visto. Sabiendo esto, es importante poner conciencia, intención y tomar las riendas de la situación.

El primer paso es tomar consciencia de esos pensamientos, ideas, fantasías que uno se está contando, dejar que aparezcan, observarlos como un espectador que está viendo una película, dejando que pasen, sin evitarlos. Observarlos desde la tranquilidad, en una posición cómoda, conscientes de lo que se está haciendo, ayudados por la respiración. Justo de esto va el mindfulness, atención plena, y de observar conscientemente esos pensamientos, saber qué mensaje traen, cómo afectan, y si suman o restan en los propósitos que se tengan.

Es importante definir esos pensamientos muy bien, cuánto más mejor. Que sean muy específicos. Se pueden escribir también, eso ayudará mucho. Ser conscientes de que solo son pensamientos y que no son la realidad.

Después y viendo el mensaje que puedan traer esos pensamientos y siendo conscientes de que se tiene que trabajar, el siguiente paso es siempre tomar acción, ponerlo en práctica y exponerse voluntariamente a ese miedo, a ese problema, poco a poco y al ritmo que necesite cada persona. Pasar de la teoría (de la mente) a la acción (al cuerpo) a ponerlo en práctica, llevarlo a la experiencia. Porque sin experiencia no hay aprendizaje.

Ayudará y mucho cambiar la etiqueta de problema por la de reto, pues es crucial recordar que el poder de la palabra es enorme, como también es muy importante la manera en la que las personas se hablan a sí mismas, por tanto, hablarse bien y positivamente, con compasión si uno se equivoca y cuidando las palabras que se eligen, es vital para tener una mente sana y equilibrada.

No siempre es fácil poner en práctica estos pasos y otras técnicas que permitan salir de estos estados de ansiedad y bloqueos, por eso, el coaching para los bloqueos es la herramienta ideal para identificar y gestionar estos estados mentales y emocionales que impiden avanzar en un entorno personal o profesional adecuadamente.

El coaching es, además, un acompañamiento que ayuda al autodescubrimiento y autoconocimiento de la persona, que ganará en seguridad y confianza, ayudando así a tener una autoestima fuerte y equilibrada que le permita vivir con plenitud su día a día, libre de bloqueos y ansiedades tan frecuentes en la sociedad actual.

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