viernes, 13 diciembre 2024

Rebajan a 35 años la pena al acusado de agresión sexual a su expareja en Santander

El acusado de coaccionar a su expareja y mantener relaciones sexuales con ella sin su consentimiento ha reconocido este jueves los hechos en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Cantabria, en el que la fiscal ha rebajado de más de 40 años a 35 años y siete meses la pena de cárcel solicitada por violencia de género y agresión sexual, petición a la que se han adherido la acusación particular y la defensa.

En la vista oral contra el procesado, también por incumplir una orden de alejamiento sobre la víctima, ha declarado esta última, que ha explicado que accedió a los encuentros porque el implicado la amenazaba con pegar a su nuevo novio, pero ha asegurado que fueron «forzados», ya que ella dijo que «no» quería mantenerlos, y además «él era consciente: se me veía en la cara».

«A mí se me saltaban las lágrimas cuando me penetraba: él lo estaba viendo y le daba igual», ha manifestado durante el interrogatorio de las partes, que han renunciado a algunos testigos al confesarse culpable el acusado –de 33 años de edad– y haber conformidad sobre las penas a imponerle.

Así, en la sesión, desarrollada en la Sección Tercera de la AP y en la que la mujer ha confesado que en una ocasión tuvo un «ataque muy fuerte» por estos hechos e intentó suicidarse, la representante del ministerio público ha mantenido la calificación jurídica de los hechos enjuiciados, pero ha modificado las peticiones de condena.

De este modo, ha interesado 27 años de prisión por tres delitos de agresión sexual consumados –9 años por cada uno–, 4 por otro en grado de tentativa, y 2 años más por uno de maltrato habitual; además de 22 meses por dos delitos continuados de coacciones –11 meses por cada uno– y 9 meses más por otro de coacciones, con lo que la petición total baja de más de 40 años y 9 meses de prisión a 35 años y siete meses.

Aunque se ha confesado culpable y ha reconocido los hechos en términos generales, el acusado ha dicho no recordar algunos detalles preguntados por la Fiscalía, pero ha manifestado que su exnovia «nunca dijo que no» a la hora de mantener relaciones sexuales tras sus amenazas.

Por lo demás, y de cara al cumplimiento de la condena que se le imponga cuando se dicte sentencia, ha pedido continuar en el centro penitenciario de Villabona, en Asturias, donde se encuentra internado para seguir con el tratamiento de rehabilitación por consumo de drogas, extremo que ha solicitado durante su declaración y en el ejercicio del derecho a la última palabra.

O HACES LO QUE QUIERO O TE LAS VAS A TENER QUE VER CONMIGO

A preguntas de la fiscal, el imputado ha admitido que mantuvo una relación sentimental con la víctima durante dos años, y que cuando la misma terminó –en 2018– fue condenado a no aproximarse o comunicarse con ella.

Pero estando vigente esa orden se encontraron en junio en un bar, ella accedió a que él entrara en el local y, de mutuo acuerdo, retomaron la relación.

Poco después, la mujer empezó a salir con otro chico y al coincidir una vez con el acusado por la calle, cuando ella estaba acompañada por una prima, él la lanzó un escupitajo aunque no la alcanzó.

Después, en agosto, en dos ocasiones en las que estaba junto a su nuevo novio en un bar y a pesar de la medida de alejamiento que seguía en vigor, el procesado golpeó al hombre, al que propinó un puñetazo en la cara.

«Entró como un loco, se tiró sobre él», ha recordado la víctima durante su declaración, en la que ha manifestado que no creía que su ex «sería capaz de llegar a tal punto».

El agredido ha testificado por su parte que el procesado accedió al local «como un poseso», le «escupió», «empujó» y le propinó «un puñetazo», y ha apuntado que no denunció lo sucedido «por no tener follón con él».

Tras estas agresiones, el acusado ha reconocido que en varias ocasiones obligó a su ex a mantener relaciones sexuales en habitaciones de hoteles -que ella tenía que pagar, además- y a las que la chica accedía bajo la amenaza de que si negaba volvía agredir a su actual pareja.

«O haces lo que quiero, o te las vas a tener que ver conmigo», ha manifestado ella, que considera que fueron relaciones «obligadas», y que si bien al principio no contó nada llegó a un punto en el que no podía «más» con esa situación.

En uno de esos encuentros, la empujó sobre la cama para mantener relaciones sexuales pero ella logró apartarlo después de un forcejeo, tras lo que él le advirtió de que «necesita sexo» y le dijo que ya sabía a lo que había ido.

INTENTO DE SUICIDIO

Pero como finalmente no accedió, se fue de la pensión diciendo que «iba a ir a por su pareja», y de vuelta a casa, siguió a la víctima -en tren y luego hasta su domicilio- mientras le iba advirtiendo de las consecuencias de lo ocurrido, que pasaban por agredir él mismo a su novio o encargar a un amigo suyo que lo hiciera. Ese día, la chica tuvo «un ataque muy fuerte» e intentó suicidarse, tras lo cual contó a su pareja lo que estaba pasando.

Tras este episodio, el agresor envió a la víctima un mensaje amenazante por redes sociales, lo que propició un cuarto encuentro en otro hotel, al que el hombre llevó alcohol y consumió además drogas para «aguantar más el sexo», que fue oral y con penetración vaginal.

Por la mañana, ambos fueron descubiertos por una patrulla de la Policía Nacional en la habituación del establecimiento, a partir de lo cual se inició un procedimiento de violencia de género por quebrantamiento de pena con la celebración de un juicio rápido.

Y como esta condena iba a provocar su entrada en prisión, el acusado intentó una nueva cita sexual, para lo que enviaba mensajes a la mujer. «Me manda calendarios con los días que tengo que pasar con él», ha señalado ella.

Pero, al negarse a sus pretensiones, él se personó en su domicilio sin saber que ella, animada por su madre y una prima -que han declarado como testigos- y ante la mayor «agresividad» que mostraba él en sus mensajes «amenazantes», ya había denunciado todos los hechos.

SUMISIÓN, INDEFENSIÓN Y VERGÜENZA

Concluida la testifical, con las declaraciones del acusado y la víctima, su novio, su madre y una prima, se ha practicado la pericial, con la comparecencia de tres psicólogos que atendieron a la chica, dos de forma presencial y el tercero por videoconferencia.

Han señalado que existía por parte de ella una «sumisión» a los deseos de él, por las coacciones y amenazas, así como también un sentimiento de «indefensión» y «vergüenza» en el caso de la víctima.

No obstante, en el momento de ser valorada, la mujer mantenía «intactas todas sus esferas», la familiar, social o laboral, aunque presentaba «cierta sintomatología» en forma, por ejemplo, de «pesadillas».

Los peritos también apreciaron en ella estrés post-traumático, pero no por la «experiencia» vivida, sino relacionada con el futuro y posibles agresiones.

La fiscal, tras modificar las conclusiones en lo relativo a las penas a imponer -a las que ha aplicado las agravantes de parentesco y de género-, se ha reafirmado en los delitos que constituyen estos hechos, admitidos por el acusado y corroborados por la víctima y, también, por los testigos.

Se adherido a su relato la abogada de la acusación particular, que ha incidido en la situación de «desigualdad» entre el hombre y la mujer, que «accede a todas y cada una» de las demandas de él, y también su letrada, que no ha hecho informe final.

El juicio ha quedado visto para sentencia.