Cómo arruina el porno la educación sexual de los adolescentes

A tan solo un clic. Así de cerca tienen el porno hoy en día los adolescentes. Pero, ¿es esta la educación sexual que se merecen? Definitivamente y, de acuerdo a los estudios, parece que no. Es muy sencillo acceder a este tipo de contenidos eróticos, incluso desde el móvil. Por eso, los más curiosos comienzan a verlo a edades cada vez más temprana. Por ejemplo, pueden incluso comenzar con tan solo 10 u 11 años, cuando todavía se encuentran en la Educación Primaria. Pero, lo fuerte, llega en el instituto, con las hormonas a flor de piel.

Tampoco tenemos una formación específica en la materia. Las familias suelen desentenderse y en el colegio no se enseña más allá de la parte meramente biológica, sin darnos cuenta de que la educación debe ir más allá. En Internet, tenemos la posibilidad de encontrar escenas de sexo explícitas sin necesidad de ser mayores de edad. Por eso, es común pensar que este tipo de contenidos es la nueva educación sexual de nuestro siglo.

Pero esto puede ser peligroso. Sobre todo, por las ideas falsa que pone en la mente de los más pequeños. Descubre cómo arruina el porno la educación sexual de los adolescentes.

Los adolescentes, muy familiarizados con el porno

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Según las conclusiones que arroja un estudio del Instituto Aragonés de la Juventud, casi el 29% de los adolescentes que se encuentran entre los 12 y 18 años han visitado alguna vez una página porno. Además, cerca del 9% reconocen que lo hacen de forma muy habitual. El 48% de los varones reconoce hacerlo en ocasiones, aunque en las chicas baja el porcentaje al 10%.

Esto hace que el porno sea cada vez más habitual. Por ejemplo, desde edades muy cortas, los adolescentes son capaces de reconocer prácticas sexuales que solo aparecen en estas páginas de contenido erótico, como el bukkake.

Sin embargo, la buena noticia, según los datos arrojados por la encuesta, parece que el sexting, al que los padres tanto temen, es poco habitual o, al menos, menor de lo que pudiéramos tender a pensar. Casi el 4% de las chicas reconoce haberlo hecho en alguna ocasión, porcentaje que desciende a casi el 1% en el caso de los chicos.

Escasez de educación sexual por parte de familias y colegios

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Si recurren al porno, es porque no saben entonces de qué forma aprender. Por eso, el problema no es que consuman este tipo de contenidos, sino por qué lo hacen. Existe una gran falta de educación en este ámbito que les impide desarrollarse de forma adecuada en los planes afectivo sexual y emocional. Sería necesario, para evitarlo, concebir una asignatura de sexualidad donde no solo nos quedemos en explicar biología.

El problema principal viene cuando los adolescentes no conocen otra forma de practicar sexo que la que ven en sus pantallas. Esto hace que tengan una clara percepción de la sexualidad desde un punto de vista patriarcal. Es decir, los chicos dominan y las chicas se convierten en objetos sexuales.

Para que esto no ocurra, la solución más sencilla es plantearlo desde otro punto de vista. Apartar los tabúes y dedicar una materia a aprender más sobre nosotros mismos y el cuerpo de los demás. El porno suele reducir las relaciones a la genitalidad, anulando las relaciones afectivas. ¿Es esto lo que merecen los adolescentes?

El peligro del porno: anular lo afectivo y emocional

relaciones porno

El gran peligro que tiene el consumir porno en esas edades en las que nos estamos creando nuestra propia concepción de lo que nos rodea, es que lo reduciremos todo a lo que vemos. En el caso de las chicas, no entienden qué funciona mal con ellas si no consiguen tener un orgasmo potente con la penetración como aparece en la pornografía. La realidad, por tanto, queda distorsionada debido a este tipo de contenidos en los que solo importa el tamaño de ellos, la duración y la estética de ellas.

Cuando formamos una pareja, con más edad, nos damos cuenta de que el sexo, en realidad, va mucho más allá. En el porno no nos enseñan las relaciones afectivas ni el contenido emocional. Por eso, corremos el peligro de que llegue un momento en el que, los adolescentes, no sepan cómo relacionarse entre ellos.

Por eso, son muchos también los colegios que se han puesto en marcha para educar a los jóvenes en esta materia, alejándola de lo propuesto por la pornografía, para que sepan en realidad a qué se enfrentarán cuando lo practiquen por primera vez.

El papel de los padres con respecto al porno

hablar porno adolescentes

No todo es el colegio y en casa también hay que saber educar a los adolescentes para que no se centren en las ideas preconcebidas de cómo debe ser el sexo de acuerdo a lo que ven en el porno. Los padres deben saber cómo se comportan sus hijos y hablar de forma abierta con ellos. La pornografía en Internet es ya una realidad con la que hay que aprender a vivir.

Hay que saber que, llegados a cierta edad, prácticamente todos terminarán consumiendo este tipo de contenidos eróticos. El objetivo es que lo hagan por diversión, por entretenimiento, pero no tomándolo como una enseñanza. Hay que saber tumbar las expectativas irreales que provocan las páginas dedicadas a ello y educar a los chicos en saber establecer relaciones fuertes y, sobre todo, llenas de respeto.

A pesar de que podamos pensar que prohibir es el mejor, ese no es el camino adecuado. La mayoría de las páginas solo comprueban si eres o no mayor de edad con un clic, el cual es muy fácil de sortear. Es decir, es un «enemigo» contra el que no se puede luchar, pero al que sí nos podemos unir.

Crear una capacidad crítica en los adolescentes

padre hijo

Para saber cómo manejar el momento en el que nos enteremos de que nuestros hijos consumen porno, no hay más que saber potenciar su propia capacidad crítica. Debemos ser capaces de educarlos en la sexualidad de tal manera que, cuando se topen o decidan acceder a un vídeo de este tipo, sepan diferenciar la realidad de la ficción.

En caso contrario, corremos el riesgo de que se eduquen por su cuenta a través de dichos vídeos. De este modo, la capacidad crítica no existirá y sí se llegarán a hacer unas expectativas muy desorbitadas sobre lo que, más tarde, se van a encontrar en una pareja.

Cuando surja el momento, es bueno hablar de forma abierta con nuestros hijos. Es cierto que, cuando llega a la adolescencia, este paso es más complicado. Sin embargo, si siempre hemos tenido una relación fluida y natural, puede que nos sea más sencillo. Si no encontramos ese punto en común, un consejo es interesarse en los gustos de los chicos, para saber qué temas les atraen más.