Mejillones con salsa de tomate picante: un entrante para gozar

España es, desde hace décadas, uno de los destinos preferidos de los turistas por el clima, las playas, el carácter de sus gentes y, por supuesto, la comida. Pocas cosas nos caracterizan más que el disfrute de un buen comer, sea a base de sabrosas tapas, de platos tradicionales que ya hacían nuestras abuelas, o de la cocina más moderna e innovadora. Croquetas, tortilla de patatas o paella son algunos de platos más famosos, dentro y fuera de nuestras fronteras, donde también podemos incluir los mejillones.

Si bien es un molusco que se puede importar, no todas las gastronomías lo tienen tan presente como la nuestra. Para nosotros es bastante habitual tomarlos como tapa o aperitivo, preparado de maneras muy diferentes. Se trata de un marisco muy asequible, versátil y delicioso, se haga como saga, así que, ¿por qué no incluirlo en nuestros menús navideños? Para convencerte te traemos una receta que, en cuanto la pruebes, seguro que la incluyes entre tus habituales.

PREPARACIÓN

Ponemos a hervir un vaso de agua en una cacerola, con sal y laurel. Limpiamos a conciencia los mejillones para retirar suciedad, tierra y filamentos, y los introducimos en la olla en cuanto el agua esté hirviendo. Tapamos y dejamos que hierva unos minutos para que se abran todos los mejillones. Cuando estén todos abiertos, escurrimos y reservamos.


Para hacer la salsa ponemos en una cacerola el aceite de oliva virgen extra y pochamos la cebolla y del ajo bien troceados. Después incorporamos la cucharada de harina y el pimentón y removemos rápido, y a continuación añadimos el tomate frito y el caldo de hervir los mejillones. Introducimos también la guindilla cayena, teniendo en cuenta de que si se rompe picará demasiado y el nivel de picante debe ser el justo para no matar el delicado sabor de los mejillones.

Dejamos que se cocine durante 8 minutos a fuego medio y en cuanto la salsa empiece a tomar una textura espesa retiraremos la guindilla. Finalmente colamos la salsa utilizando un colador de malla fina o un chino, de forma que salga todo el jugo y se queden dentro los trozos de cebolla.

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