Patones: ¿Por qué es el pueblo más visitado de la Sierra de Madrid?

De vez en cuando, a todos nos apetece una escapada. Con los tiempos que estamos viviendo, en los que el coronavirus nos ha obligado a suspender nuestros viajes y momentos de ocio, nos parece un auténtico regalo el poder desplazarnos hasta un romántico pueblo, ¿verdad? En ese caso, parece que te gustará Patones, un encantador rincón de la Sierra de Madrid.

Una de sus características principales es la arquitectura de pizarra negra. Aunque esta es una de las cosas por las que son miles los turistas que lo visitan cada año, a eso debemos añadirle otros detalles como sus románticas cuestas empedradas o las macetas de sus balcones. Sin duda, parece que hablamos de una localidad paralizada en el tiempo que todos quieren conocer.

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Un poco de historia relacionada con la localidad

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Además de espacios concurridos, una arquitectura que a todos les encanta y ese toque oscuro tan especial, otra de las cosas que destacan en Patones es su historia. Gracias a los restos arqueológicos localizados en zonas colindantes, se probó la existencia de asentamientos durante el Paleolítico, la Edad de Hierro y la Edad de Bronce.

Sin embargo, lo primero que sabemos proviene del siglo XVI. En el año 1555 Patones era una alquería que contaba con tan solo 7 vecinos y dependía de la Villa de Uceda. A finales del siglo XVIII, se descubrió que la población creció y unas 10 o 12 familias denominaron a un anciano de la localidad como el rey, al que conocían como «Rey de Patones» y que se mantuvo hasta el año 1750. En ese entonces, el pueblo era una aldea de ganaderos con unas 50 casas.

Fue en el siglo XIX cuando el pueblo empezó a cobrar mayor importancia y dieron comienzo las obras para abastecer de agua a Madrid. Durante las mismas, aparecieron diversos asentamientos vinculados a las mismas, pero Patones contaba ya con varios elementos arquitectónicos importantes como la Iglesia o la Casa Consistorial. En la actualidad, es uno de los pueblos más visitados de la Sierra de Madrid, habiendo sabido conservar su historia y encanto particular durante siglos.