viernes, 13 diciembre 2024

Un estudio revela como los alimentos con alto contenido en grasa y azúcar alteran nuestro cerebro

Investigadores del Instituto Max Planck de Investigación del Metabolismo de Colonia (Alemania), en colaboración con la Universidad de Yale (Estados Unidos), han demostrado que los alimentos con alto contenido en grasa y azúcar alteran nuestro cerebro: si comemos regularmente incluso pequeñas cantidades de ellos, el cerebro aprende a consumir precisamente esos alimentos en el futuro.

¿Por qué nos gustan tanto los alimentos poco saludables y que engordan? ¿Cómo se desarrolla esta preferencia en el cerebro? «Nuestra tendencia a comer alimentos ricos en grasas y azúcares, la llamada dieta occidental, podría ser innata o desarrollarse como consecuencia del sobrepeso. Pero creemos que el cerebro aprende esta preferencia», ha explicado Sharmili Edwin Thanarajah, autora principal del estudio.

Para probar esta hipótesis, los investigadores dieron a un grupo de voluntarios un pequeño pudin que contenía mucha grasa y azúcar al día durante ocho semanas, además de su dieta normal. El otro grupo recibió un pudin que contenía el mismo número de calorías pero menos grasa. Se midió la actividad cerebral de los voluntarios antes y durante las ocho semanas.

La respuesta del cerebro a los alimentos ricos en grasas y azúcares aumentó considerablemente en el grupo que comió el pudin rico en azúcares y grasas después de ocho semanas. Esto activó especialmente el sistema dopaminérgico, la región del cerebro responsable de la motivación y la recompensa.

«Nuestras mediciones de la actividad cerebral mostraron que el cerebro se reconfigura a sí mismo mediante el consumo de patatas fritas y compañía. Subconscientemente aprende a preferir los alimentos gratificantes. A través de estos cambios en el cerebro, inconscientemente siempre preferiremos los alimentos que contienen mucha grasa y azúcar», ha detallado Marc Tittgemeyer, que dirigió el estudio.

Durante el periodo de estudio, los probandos no aumentaron más de peso que los del grupo de control y sus valores sanguíneos, como el azúcar o el colesterol, tampoco variaron.

Sin embargo, los investigadores suponen que la preferencia por los alimentos azucarados continuará una vez finalizado el estudio. «Se crean nuevas conexiones en el cerebro, y no se disuelven tan rápidamente. Al fin y al cabo, el objetivo del aprendizaje es que, una vez aprendido algo, no se olvide tan rápidamente», ha detallado Tittgemeyer.