Por qué los niños no deberían tomar las uvas en Nochevieja


Se acerca uno de los momentos más emocionantes de año, la Nochevieja, cuando arrancamos la última hoja del calendario, para recibir al nuevo, con doce flamantes meses todavía sin estrenar. Llegamos a enero con una lista de buenos propósitos y la esperanza de que el siguiente año será mejor que el anterior, y para propiciar esa suerte, los españoles recurrimos al ritual de las uvas. Creamos o no en que la buena suerte se puede llamar, la tradición se celebra en todos los hogares como un acto simbólico de despedida, que no se sabe muy bien como surgió, pero probablemente fue de pura casualidad.

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LA TERCERA CAUSA DE AHOGAMIENTO EN NIÑOS

La revista médica BMJ publicaba un estudio titulado Archives of Disease in Childhood realizado por médicos de urgencias, donde se destacaba el peligro que puede suponer para niños menores de cinco años el comer uvas enteras. Los médicos británicos responsables de la publicación afirmaban que la mayoría de la población no es consciente de los riesgos de asfixia mortal en niños que implican algunos alimentos, incluyendo una fruta tan aparentemente inocente como la uva.

Los datos apuntaban que, efectivamente, las uvas son la tercera causa más frecuente de accidentes por ahogamiento con alimentos, en edades tempranas, por detrás de los caramelos y los perritos calientes. Y todo esto dentro de un contexto normal y cotidiano, alejado de la ingesta atropellada que se suele hacer en Nochevieja para conseguir engullir una uva con cada campanada.