La corrupción institucional reforzó al independentismo catalán, que exigió ventajas ante una atónita ‘España vaciada’. Algunos prebostes rurales advirtieron que el refrán se convertía en política: el que no llora, no mama.
Y lloraron: Miguel Ángel Revilla anunció a inicios de año que el Partido Regionalista de Cantabria quería alcanzar «el voto canario», en clara referencia a Coalición Canaria. El presidente autonómico logró su sueño y su enviado a Madrid, José María Mazón, se dejó ver con Felipe VI y Pedro Sánchez.
Estas fotos abrieron el apetito en otros territorios: Teruel Existe dejó de ser plataforma tras veinte años de luchas y se convirtió en una agrupación electoral que ha logrado un diputado y dos escaños que llevarán al Congreso el problema de despoblación.
Algunos creen que el vaciamiento de los pueblos es una dinámica lógica e imparable del capitalismo porque la mejora de estudios, el deseo de unos servicios y la obsesión por no aburrirse, hecho clave, te saca de lo rural para llevarte a la estresante jungla de asfalto.
CARLISMO 2.0
Gregorio Morán es uno de los intelectuales que más han arremetido contra este neocantonalismo o neocarlismo que está en contra de la centralización anacrónica que exige Vox, que sigue con su obsesión de cargarse las autonomías.
El columnista de Voz Pópuli exige que «conmueve que los ciudadanos de Teruel hayan creado un partido en la defensa de su supervivencia, cual tribu en peligro de extinción. Teruel Existe, con su diputado y sus dos senadores, debería estudiarse por esos politólogos de pantalla para desentrañar un deterioro secular que amenaza desde los supuestamente brillantes años 80 la sociedad española».
Morán vislumbra que algunos se han cansado de la voracidad madrileña: «¿O sea que para que el poder del Estado y la actividad del Gobierno se acuerde de ti es necesario crear un partido? Ya ocurrió en Cantabria. Con toda seguridad gran parte del rechazo a la clase política venga de ahí. Si no tienes partido, no eres nada».
El escritor asegura que de cada «carencia» nace «un partido», hecho que, según él, anima a «las políticas identitarias en un siglo de altas tecnologías tienden a marcar las diferencias frente a los que nos rodean y sobre todo romper con la defensa de las clases más deterioradas. Ahí está el peligro de Vox. Nada que ver con Teruel Existe, que es como una excrecencia del siglo XIX en pleno XXI».
«MODA URBANITA»: LA TEORÍA DE LOSANTOS
Teruel Existe ha entrado en el Congreso con el recurso argumental de la despoblación, asunto para el que su programa no es demasiado concreto. Jiménez Losantos, natural de esta provincia, no le da demasiado importancia a este asunto.
El periodista, que ha recibido el II Premio Escuela de Salamanca que entrega la agrupación liberal salmantina El Club de los Viernes, ha concedido una entrevista al portal Salamanca24horas para hablar, entre otros asuntos, de la despoblación.
Dice Federico Jiménez Losantos, muy crítico con el asunto, que «lo primero es recordar que la libertad para ir donde uno crea que puede vivir mejor es un derecho mucho más importante que la densidad de población».
«Lo segundo, que lo importante no es la cantidad sino la calidad de vida. Y eso depende de muchas cosas. Vivimos muchos más años que antes y queremos una buena atención sanitaria, cosa imposible en pueblos pequeños» añade.
UTOPÍA O BATALLA LEGÍTIMA
Losantos dice que «lo esencial es que sea posible ganarse bien la vida, no la subvención estatal, y que la seguridad, la educación y la sanidad estén al alcance de los que allí viven. Lo de la España vacía me parece una moda urbanita, que no entiende nada de nada».
Recuerden que las protestas de la ‘España vaciada’ se han intensificado al calor de la moda literaria que lanzaron escritores como Sergio del Molino, que apuesta por el término ‘La España vacía’ porque «vaciada» implica, según él, victimismo.
El PSOE ya ha anunciado que lanzará un Ministerio contra la despoblación para combatir esta lacra que daña el patrimonio artístico, cultural y natural de España. Sobre la España rural chocan varias tesis.
El pensamiento marxista cree que los pueblos deben desaparecer por las ideas reaccionarias que anidan en ellos y el pensamiento el liberal cree que los pueblos son una ruina porque concentrar población abarata los servicios.
La versión socialdemócrata, parece ser, todavía confía en que algunas ventajas fiscales sean el balón de oxígeno que necesita la España rural. Quizás deban fijarse en los Highlands escoceses, que han disparado un 22% su población en medio siglo.
